4 cafés y 1 caña... por Antonio Cabrero Díaz

08.07.2016 08:53

Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujúo.

Aquí estamos otra vez disfrutando de unas, no sé si merecidas, vacaciones. Sin fútbol y elecciones se descansa mucho mejor. No hay nada más gratificante que poder elegir ver a la gente o no. Cuando se trabaja está sana opción está totalmente descartada.

Venezuela es un país que en España está de actualidad. Lo curioso es que nuestros gobernantes la mayor contribución que hacen para paliar su crisis, no es donar alimentos o medicinas, sino vender armas. ¿Quién es realmente el malo aquí?

El gobierno español, sea quien sea el partido que lo forme (todo apunta que será el PP), debe recortar 8.000 millones de euros. Todos sabemos que el ahorro vendrá del dinero que pida a esos nuevos ricos que han subido el porcentaje de familias que ganan más de un millón de dólares al año. Por otro lado, tendremos que pagar una multa de 3.000 millones por incumplir el déficit.

El verano es la época del año que más detesto. El calor no es muy aconsejable para personas que son de fácil irritación. En esta estación queda al descubierto la falta de educación que exhiben los habitantes de cualquier parte de España, o como quieran llamarlo. Ruidos, gritos, juergas, y música hasta altas horas de la noche, serán los protagonistas estelares. Qué dios o el demonio les coja confesados.

Sin más, esperando que les guste y les disguste lo escrito, les dejo con:

 

CUATRO CAFÉS Y UNA CAÑA

 

Dije hace cuatro años que no volvería a las fiestas de Soria. Los motivos por los cuales hice esa aseveración son porque ya he ido muchos años, porque es más para jóvenes que para viejunos como yo, porque las tengo muy vistas, y porque con las de Pedro Bernardo, pueblo de Ávila, y las de Aluche, barrio de Madrid, tengo de sobra.

Una circunstancia especial ha conseguido que cambiara de opinión y que acudiera a las mismas la semana pasada. Y como no podía ser de otra manera, ya que va uno, y lo suyo es la fiesta, la intención era darlo todo y dejar el listón de los juerguistas por todo lo alto.

Nos juntamos cinco personas para rememorar los San Juanes de hace más de veinte años, en donde coincidimos dos de Madrid, dos de Barcelona, y uno de Bilbao. No me digan que no es buena mezcla para confirmar que el internacionalismo nada tiene que ver con el comunismo o el anarquismo, y si con el arte de la parranda.

El principal objetivo de unas fiestas es que te hagan olvidar por unos días los problemas que te agobian, y gozar de una buena comida, bebida, música, y de una felicidad momentánea pero necesaria. Aquellos que no tengan esta idea lo mejor que pueden hacer es irse a acostar o quedarse en su casa.

Después de tanto tiempo sin verse es normal sentirse fuera de lugar con aquellos que hace tantos años que no compartes nada, pero eso con unas cañas y una buena conversación se soluciona de inmediato. Lo fundamental es pasarlo bien el breve espacio de tiempo que compartes y no complicarlo con discusiones o malos rollos absurdos.

En esta corrobla improvisada hubo de todo. Hubo puntos de vista en común, sobretodo en el tema social, y hubo puntos de vista en desacuerdo, sobretodo en el tema del nacionalismo. En ambos casos la paz la impuso la tolerancia, la fiesta, el respeto, y los torreznos, los cuales son capaces de unir a los más recalcitrantes separatistas.

No les puedo engañar, ya me conocen. Hubo un instante, al escuchar ciertas sandeces en estéreo, que solo un niño se podría creer, que me dieron ganas de tirar a un par de ellos al pilón, pero como este no se hallaba por allí opté por seguir tomando cañas, las cuales también me sirvieron para que no escuchase a las penosas orquestas que maltrataron, noche tras noche, nuestros sentidos.

Pero si hubo un hecho que me hizo feliz, y que provocó que me olvidara del patético hecho de pedir, a medianoche, cada noche, una ronda de cuatro cafés y una caña (adivinen para quien fue), fue ver y estar con una persona que ha sufrido un fuerte golpe, a modo de enfermedad, en su vida, y ha logrado superarlo de una manera tan rotunda y exitosa que el camino a Soria, más que un viacrucis, fue un extraordinario y enriquecedor cruce de caminos y de personas.