Año Nuevo: el ataque de los clones... por Antonio Cabrero Díaz

31.12.2015 14:03

Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujúo.

Aquí estamos otra vez para intentar que este infierno llamado Navidad les sea lo más leve posible. Ya va quedando menos para que dejen de macharnos con luces y colores que no trasmiten nada auténtico. ¡Ánimo!

El puente pasado Angelillo, un conocido mío, me confirmó lo que llevo tiempo pensado hacer. Decía que en las próximas elecciones piensa VOTAR al PP, cosa que corroboro y confirmo. Esto va a ser lo mejor para que la gente acabe al borde del abismo.

Tengo en mente votar al Partido Popular para que consiga la mayoría absoluta. Deseo que gobierne muchos años, que continúe robando a saco, y recortando derechos. Espero que acaben con nuestro estado del bienestar, y que nos veamos todos en la más absoluta inopia. Es lo que mayoría de los que me rodean se merece. Harto de gilipollas esta uno.

Sin más, esperando que les guste y que les disguste lo escrito, les dejo con:

 

AÑO NUEVO: EL ATAQUE DE LOS CLONES

 

No me gustan las uvas. Es un fruto de otoño pero la gente las utiliza en invierno para celebrar el año nuevo. Otra demostración más de lo estúpidos que somos. ¿Qué hay que celebrar?, ¿qué aún estamos vivos quizás?

Esa noche se brinda con champán porque el cava está vetado. Se viste uno con su mejor ropa, y se intenta pasarlo como jamás lo hemos hecho en nuestra vida. Por este motivo el agarrarse una buena borrachera es fundamental.

Ese día yo dejo de ser un golfo y un borracho, y me convierto en un tipo de lo más cool. Curiosa costumbre para los abstemios la de beber porque lo obliga el calendario. También el color rojo acompaña. Pasa de ser algo para describir a la mala gente a ser capaz de proporcionar buena suerte.

Campanadas,  risas, y felicidad que supura por los cuatro costados de los habitantes del planeta. Un nuevo año nos espera. Un nuevo ataque de los clones que nos hará mucho daño. Son pocos los que no llevan el uniforme y actúan de manera contraria a lo que manda el Imperio.

El Gran Hermano, años después, sigue controlándolo todo. Los políticos, los medios de comunicación, el trabajo, y nuestras ideas. Todos estos estamentos y apartados están vacíos de libertad. Y contra todo pronóstico nadie grita, ni ha gritado, y, mucho menos, gritará.

Arden los bosques en invierno, y cae nieve en las cimas de las montañas en verano. El primo del presidente ha sido escuchado antes y durante las elecciones, pero olvidado días después de un escrutinio que no ha producido un cambio climático.

El tratado de libre comercio ha sido aprobado por los capitostes europeos. Los dos grandes partidos españoles también. Esos grupos de mentirosos que lo forman, juntos de la mano, han firmado que están de acuerdo. En enero cualquier multinacional puede hacer lo que quiera con los trabajadores de cualquier país.

El año 2016 traerá nuevos recortes que darán un puntapié al trasero de nuestros derechos. Tendremos menos dinero, y este no será utilizado para darnos mejor sanidad o educación, sino para que los que lo tengan sigan ganando más. ¿No lo oyen?

A la primera campanada, hay un niño más formando parte de una familia desestructurada. A la segunda, un parado más. A la tercera, una nueva mujer asesinada. A la cuarta, un paciente más que no tiene seguro médico. A la quinta, un ciudadano menos con derecho a pensión. A la sexta, una persona más que se queda sin casa. A la séptima, una familia sin poder encender la luz. A la octava, un sin papeles ahogado en el mar. A la novena, un asesinado más por culpa de la homofobia. A la décima, se oyen las balas del enésimo conflicto armado. A la undécima, la naturaleza sufre otro atentado. A las doce, se hace le silencio.

Es alucinante, pero no puedo oír nada. De manera sorprendente no escucho ni petardos, ni veo luces, ni oigo risas, y, mucho menos, efusivas felicitaciones. No estoy muerto, pero lo parece. Existo, pero he dejado de pensar.

Noto como el blanco me cubre hasta taparme la cabeza. El cerero no recuerda las campanadas, y sólo permite que mis pies se muevan dibujando un baile. No es de máscaras. Llevo antifaz. Un gorro, y un matasuegras que sale de mis labios alegremente.

Malas noticias. Mi North Face se ha descolorido. Mis zapatillas deportivas se han convertido en botas. Mi pulsera de “ni un paso atrás” es una bonita cadena de plata. Mi conciencia actúa como la chapa de la bebida refrescante a la que boicoteo, y tapa la boca de mi autonomía.

Es año nuevo y lo celebro como si tal cosa. No he notado nada. El ataque de los clones ha triunfado. Soy uno de ellos. Estoy en el lado oscuro. En el de la vida sin futuro.