Aquí no hay playa... por Antonio Cabrero Díaz

03.07.2015 00:00

Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujúo.

Aquí estamos otra vez para señalarles al ínclito, o ínclita, de turno que no cumpla con su función de servicio al ciudadano, y provoque que nuestras vidas sean peores de lo que nos merecemos. (Ínclito, ta. Adj. Ilustre, esclarecido)

A por Grecia que van los terroristas de la Unión Europea. Sí han leído bien, TERRORISTAS. Y es que debido a sus políticas austericidas (qué palabra más rara) en contra de la población provocan el terror en la misma. De ahí que muchos ciudadanos ante la desesperación de perderlo todo decidan tirarse por el balcón de la casa de la cual le van a desahuciar.

A pesar de la situación grave por la cual atraviesa el viejo continente, y, por supuesto, nuestro país, nosotros seguimos enfrascados en nuestros sueños capitalistas americanos de casa, coche, boda, niños y playa.

Cada cual es libre de elegir su camino, de ir a lo suyo, y de defender aquello que crea conveniente, aunque con ello esté negando el futuro a sus hijos. Todas las posturas son respetables, incluso las de aquellos que afirman que estos calores nada tienen que ver con el despilfarro energético y el cambio climático.

Cada persona ve las cosas de una manera y de una forma concreta, condicionada por factores personales, familiares, y sociales. Lo que a unos nos parece una temeridad (meter a un niño dentro de una multitud en un concierto de masas) a otros les parece normal e incluso guay.

Sin más, y a petición personal, esperando que les guste y les disguste, les dejo con:

 

AQUÍ NO HAY PLAYA

 

Es un lugar maravilloso que a todo el mundo le mola y no es una bola. Una alfombra de arena que nos quema los pies, y que se queda dentro de nosotros hasta que volvemos de vuelta de vacaciones, nos da la bienvenida.

La mayoría de gente, en los lugares donde no la tienen, cuenta los días, las horas, los minutos, y los segundos, para acudir a la playa. Vaya, vaya. Qué delicia, qué disfrute, qué maravilla, aunque te de el sol de pleno y no tengas sombrilla que te tape.

No puede haber nadie en este mundo tan feliz como aquel que va a la playa. Maravillosas caravanas de ida y vuelta. Madrugones para poder ponerse cerca de la orilla. Golpes y empujones en el agua. Noches de ruido y jaleo para aprovechar el tiempo y no poder dormir.

A mi no me gusta la playa, lo siento y pido perdón. Si amigos, no me atrae nada. Y no les hablo de las playas masificadas de la costa levantina, catalana, o andaluz. No me entretienen ni las fantásticas y bonitas playas del cantábrico.

Lo se, soy un pringado. Lo asumo y lo acepto. Pero que culpa tengo yo de estar más a gusto a la sombra de los pinos, en una garganta cualquiera, y de disfrutar dándome un bañito en un charco (poza) de agua fresquita de la sierra.

Ya se que no hay comparación. No es lo mismo decir que vives en Puerto Chico, en un quinto piso sin ascensor, que decir que vives en Aluche (que es el mismo sitio), en una casa con piscina. Como tampoco es lo mismo decir que has estado dos semanas en la playa de Cullera, que afirmar que has estado dos semanas en la Sierra de Gredos. Ibiza suena más cool (fresco) que Guisando, por ejemplo.

Yo lo he intentado. No que querido quedarme excluido de ese mundo de gente guapa. Lamentablemente, a día de hoy, no he podido conseguirlo. No he logrado que el pareo y las chanclas arranquen de mi cuerpo el bañador y las playeras (deportivas) de toda la vida.

Las veces que he ido a la playa he durado muy poco. Lo primero que me agobia es la gente. Luego esta el mar, que es muy bonito pero se mueve mucho, y te da unas hostias que para que. Otra fallo que veo es la sombra. No hay pinos, ni árbol alguno que te cubra, y las sombrillas por mucho que lo intenten no les llegan ni a la copa.

Entiendo que la gente sea feliz entre la multitud, que se tumben panza arriba en una toalla, y se tiren horas achicharrándose al sol. También comprendo que se relajen tomando un baño de agua caliente abriéndose paso a codazos para ver el horizonte. Y, cómo no, admito que el paraíso este en un lugar llamado chiringuito.

Lo que deberían entender, y, sobre todo, respetar los demás, es el hecho de que haya personas que prefieran el ruido de una garganta, la compañía de unos pocos amigos, y el baño refrescante en aguas frías. Es una elección sana y natural, que introduce a aquel que la disfruta en lo más profundo de nuestra naturaleza.

Por este motivo no me da ninguna vergüenza, ni reparo, decir que allá donde voy, ¡vaya, vaya, aquí no hay playa!