Avestruces... por Antonio Cabrero Díaz

03.06.2016 08:44

Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujúo.

Aquí estamos otra vez sorprendidos por la importancia del fútbol. Es llamativo que la gente salga en oleadas a la calle a celebrar los éxitos de su equipo. Pero lo que es más extraño es que no se muevan cuando les recortan derechos que ponen en peligro su futuro y el de sus hijos.

El 26 J hay elecciones generales. En vez de acudir a las urnas como ultras y apoyar a nuestro equipo político, sería conveniente pensar en quién de los que se presentan es el partido menos malo para nuestros intereses.

UNIDOS-PODEMOS es la candidatura que, por programa, deberían votar la mayoría de “españoles”. Esta confluencia de partidos es la que dice que va a conseguir una sociedad más justa, en donde los que más tienen son los que más van a pagar. También van a terminar con la corrupción, y el ordeno y mando de las grandes multinacionales.

Denles su sufragio y a ver qué pasa, no creo que decepcionen más que el “ínclito” Felipe González y su PSOE de “pastel” del año 1982.

Sin más (aúpa Atleti), esperando que les guste y les disguste lo escrito, les dejo con:

 

AVESTRUCES

 

“Mi madre es la única estrella,

Que juró mi porvenir,

Y si sé que va morir,

Al cielo me voy con ella”.

                             

                      Fabulosos Cadilacs


 

Esta estrofa forma parte de la canción “Desaparecidos” del grupo argentino Fabulosos Cadilacs. En ella se denuncian los asesinatos políticos que cometió la dictadura de Videla en Argentina durante los años 80. También denuncia la actitud de la gente que, haciendo la táctica del avestruz, esconde la cabeza o mira para otro lado cuando se está cometiendo una injusticia delante de sus ojos.

Después de la reforma laboral los centros de trabajo se han convertido en un criadero de avestruces. Una vez que se ha terminado con la negociación y el convenio, y se han convertido los sindicatos en un asilo para funcionarios o desertores de la tiza o la herramienta, la empresa es la que se ha hecho representante de los derechos de los trabajadores, y así nos luce el pelo.

Los dueños de las empresas hacen lo que les viene en gana. No tienen a nadie que les pare. Les apoyan las leyes aprobadas por los diferentes gobiernos, la complacencia de los sindicalistas enchufados y acomodados, y la sumisión y miedo de los trabajadores.

Aquellos que dicen ¡NO!, que no comulgan con los abusos de poder de su jefe están en clara minoría, y, lo que es peor, tienen todas las de perder. Nadie los quiere, ni unos, los que están arriba, ni otros, los que están abajo.

Sus propios compañeros, en vez de agradecerles su postura y su valentía, les reprochan su actitud pues pueden traer “problemas”, y les tildan de tontos, por enfrascarse en “peleas” que les hacen vivir mal pudiendo estar “tranquilos” y vivir bien.

Esta manada de avestruces tienen metido la cabeza tan dentro de la tierra que no ven lo que ocurre a su alrededor. Solo asoman la cerviz para decir A TODO QUE SÍ a su amo y picotear las migajas de la barra de pan asentado que les dan de comer.

Estos sin sangre no se molestan siquiera en mirar si el compañero que tenían al lado sigue o le han echado. Mientras que a ellos no les toque les da igual la política y lo que les pase a los demás, piensan en bajo estos miedosos animales laborales.

Lo que no saben estas aves desplumadas de derechos es que la voracidad del dueño no tiene límite. Cuando se termine la carne de los sediciosos irán a por la de los sumisos. El que ayer era bonito y buena persona, puede que mañana sea feo y peligroso.

La mancha de sangre más temprano que tarde llegará a mojar sus pies uniformados, y entonces ya no habrá solución. Estaremos todos muertos, y preparados para ser despedazados en el matadero de la esclavitud.

Hasta que llegue ese momento animo a todo trabajador a que no sea egoísta y piense en los demás, a que sea valiente, a que no tenga miedo y luche por sus derechos, a que no le haga la cama al compañero y la pelota al jefe, y a que, en definitiva, no se convierta en un avestruz, sin dignidad ni principios.



 

Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujúo.

Aquí estamos otra vez sorprendidos por la importancia del fútbol. Es llamativo que la gente salga en oleadas a la calle a celebrar los éxitos de su equipo. Pero lo que es más extraño es que no se muevan cuando les recortan derechos que ponen en peligro su futuro y el de sus hijos.

El 26 J hay elecciones generales. En vez de acudir a las urnas como ultras y apoyar a nuestro equipo político, sería conveniente pensar en quién de los que se presentan es el partido menos malo para nuestros intereses.

UNIDOS-PODEMOS es la candidatura que, por programa, deberían votar la mayoría de “españoles”. Esta confluencia de partidos es la que dice que va a conseguir una sociedad más justa, en donde los que más tienen son los que más van a pagar. También van a terminar con la corrupción, y el ordeno y mando de las grandes multinacionales.

Denles su sufragio y a ver qué pasa, no creo que decepcionen más que el “ínclito” Felipe González y su PSOE de “pastel” del año 1982.

Sin más (aúpa Atleti), esperando que les guste y les disguste lo escrito, les dejo con:

 

AVESTRUCES

 

“Mi madre es la única estrella,

Que juró mi porvenir,

Y si sé que va morir,

Al cielo me voy con ella”.

                             

                      Fabulosos Cadilacs


 

Esta estrofa forma parte de la canción “Desaparecidos” del grupo argentino Fabulosos Cadilacs. En ella se denuncian los asesinatos políticos que cometió la dictadura de Videla en Argentina durante los años 80. También denuncia la actitud de la gente que, haciendo la táctica del avestruz, esconde la cabeza o mira para otro lado cuando se está cometiendo una injusticia delante de sus ojos.

Después de la reforma laboral los centros de trabajo se han convertido en un criadero de avestruces. Una vez que se ha terminado con la negociación y el convenio, y se han convertido los sindicatos en un asilo para funcionarios o desertores de la tiza o la herramienta, la empresa es la que se ha hecho representante de los derechos de los trabajadores, y así nos luce el pelo.

Los dueños de las empresas hacen lo que les viene en gana. No tienen a nadie que les pare. Les apoyan las leyes aprobadas por los diferentes gobiernos, la complacencia de los sindicalistas enchufados y acomodados, y la sumisión y miedo de los trabajadores.

Aquellos que dicen ¡NO!, que no comulgan con los abusos de poder de su jefe están en clara minoría, y, lo que es peor, tienen todas las de perder. Nadie los quiere, ni unos, los que están arriba, ni otros, los que están abajo.

Sus propios compañeros, en vez de agradecerles su postura y su valentía, les reprochan su actitud pues pueden traer “problemas”, y les tildan de tontos, por enfrascarse en “peleas” que les hacen vivir mal pudiendo estar “tranquilos” y vivir bien.

Esta manada de avestruces tienen metido la cabeza tan dentro de la tierra que no ven lo que ocurre a su alrededor. Solo asoman la cerviz para decir A TODO QUE SÍ a su amo y picotear las migajas de la barra de pan asentado que les dan de comer.

Estos sin sangre no se molestan siquiera en mirar si el compañero que tenían al lado sigue o le han echado. Mientras que a ellos no les toque les da igual la política y lo que les pase a los demás, piensan en bajo estos miedosos animales laborales.

Lo que no saben estas aves desplumadas de derechos es que la voracidad del dueño no tiene límite. Cuando se termine la carne de los sediciosos irán a por la de los sumisos. El que ayer era bonito y buena persona, puede que mañana sea feo y peligroso.

La mancha de sangre más temprano que tarde llegará a mojar sus pies uniformados, y entonces ya no habrá solución. Estaremos todos muertos, y preparados para ser despedazados en el matadero de la esclavitud.

Hasta que llegue ese momento animo a todo trabajador a que no sea egoísta y piense en los demás, a que sea valiente, a que no tenga miedo y luche por sus derechos, a que no le haga la cama al compañero y la pelota al jefe, y a que, en definitiva, no se convierta en un avestruz, sin dignidad ni principios.