Beber agua de mar... por Ángel Sánchez Díaz

02.07.2014 00:00

El agua es el principal componente del cuerpo humano, el 75% nada más nacer. Nuestro precioso planeta Tierra está compuesto por gran cantidad de agua, el 71% es agua salada se encuentra en los océanos.

Ni que decir tiene que sin este preciado líquido ninguna forma de vida permanecería sobre la faz de este planeta.

Pero, ¿Que sabemos de este abundante líquido? Pues parece ser que en Nicaragua la doctora Teresa Ilari ha conseguido el reconocimiento  del agua de mar como tratamiento para infinidad de enfermedades por el Sistema Público Sanitario de ese país.

El siguiente artículo muestra algunas de las propiedades que tiene este abundante líquido.

Como siempre sacad vuestras propias conclusiones.

 

Beber agua de mar


 

Si acabas de tropezarte con el agua de mar, sepas que has dado con el recurso más potente a tu alcance para conectarte con la naturaleza. Con el conector más potente y polivalente. El SOL y el MAR son nuestras dos máximas fuentes de energía. Del sol obtenemos la energía externa, y del mar la energía interna.

El mar es la matriz de la tierra y de todos los seres vivos. Es el que les provee de agua y en cantidad menor también de minerales. Si las olas al romper no lanzasen al aire esas nubes de gotas microscópicas de agua de mar completa, con todos sus minerales, la tierra estaría muerta. Mira lo que nos ocurre por la escasez de un solo mineral, el yodo, lejos del mar: la tiroides funciona defectuosamente y se produce el bocio. Apenas se da esta enfermedad junto al mar, y en cambio abunda tanto más cuanto más nos alejamos del mar. Eso es lo que sabemos; ¡pero hay tanto y tanto que no sabemos!

Las plantas han encontrado la manera de proveerse de minerales hundiendo sus raíces en la tierra. Nosotros nos alimentamos de las plantas, pero no nos bastan los minerales que contienen: necesitamos más. Por eso el paladar nos pide sal (de la buena, de la que nos da el mar: de lo contrario, la salud se resiente) en su justa medida, porque en cuanto nos pasamos, rechaza la comida.

La naturaleza es así de sabia. Lo que ocurre es que a menudo nos pasamos de listos y la engañamos: pero en el pecado llevamos la penitencia.

Todo esto nos dice que la provisión completa de minerales, es para nosotros algo vital y de primerísima necesidad. Y puesto que sabemos que el mar lleva millones y millones de años preparándonos esos minerales en sus aguas, hemos de recurrir a ellas como la mejor fuente para proveernos. Basta con decir que si a nuestra sangre le quitamos los glóbulos y las plaquetas, lo que nos queda es el plasma: que curiosamente tiene una composición mineral muy parecida al agua de mar. Tanto, que ningún laboratorio ha conseguido jamás fabricar un plasma tan perfecto como el agua de mar rebajada a la salinidad de nuestro cuerpo.

¿Y por qué son tan importantes los minerales? Pues porque son los que hacen que el agua sea conductora de electricidad. ¿De qué nos sirve cargar con un odre de agua que representa el 70% de nuestra masa corporal, si por esa agua no circula energía? ¡Si por algo cargamos con tanta agua, es porque la necesitamos para que circulen por ella los electrolitos y las demás sustancias que le dan vida a nuestro organismo. Pero sin los minerales, lo demás no vale nada.

 

Por eso, a la hora de pensar en energía, a la hora de recargarnos, hemos de pensar en el mar. ¿Qué hizo la humanidad cuando se dio cuenta de que tenía que vivir más conectada a la naturaleza? ¿Adónde se dirigió? ¿Hacia dónde encaminaron sus pasos la inmensa mayoría de la gente para recuperar energía, fuerzas, ganas de vivir? Fueron justamente al lugar en que se puede disfrutar de lo más potente de la naturaleza: el sol y el mar. A la playa que se fueron. Y aunque nos ha costado, hemos aprendido a no abusar del sol, totalmente imprescindible para nuestra salud y nuestra vida; como hemos aprendido a no abusar de la sal integral (agua de mar en polvo; o mejor todavía, agua de mar), tan imprescindible como el sol. ¿Existe acaso conexión más potente con la naturaleza?

El concepto de agua mineromedicinal, aplicable al agua de mar más que a ninguna otra, es tan antiguo como la humanidad. Es el tiempo glorioso de los balnearios, cuando curarse significaba cuidarse: y se hacía con calma y parsimonia. Eso fue antes de que nos tragásemos el bulo del milagro químico, que nos promete salud a base de pastillas: sin necesidad de cuidarnos, e incluso descuidándonos y maltratándonos.

Porque es verdad que hay algo infinitamente mejor que el medicamento: eso lo sabían muy bien los griegos, que al conjunto de factores que nos proporcionan una vida sana lo llamaban “diaita” y nosotros lo dejamos en “dieta”, que tampoco está mal.

Y por ahí andamos, buscando una forma de vida integral que nos lleve a conservar la salud o a recuperarla si ha sufrido mengua. Nuestros antepasados adinerados dieron con los balnearios, en los que se pasaban algunas temporadas: y bien que les iba. También nosotros hemos descubierto ese valor, pero con la ventaja de que hemos dado con el mejor de todos los balnearios posibles, con el mejor clima a muchísimos efectos, y con la mejor agua. Y encima gratis, sin necesidad de que antes nos hagamos ricos. Hemos descubierto el mar y la playa: y ahí que nos vamos todo el tiempo que podemos, porque en la playa acaudalamos salud y bienestar.

Resulta que por el simple hecho de respirar el agua de mar que pulverizan las olas al romper, y sin que sea preciso hacer nada especial, durante todo el tiempo que estamos bañándonos en el mar o tomando el sol y divirtiéndonos de cualquier manera en la playa, estamos realizando las más extraordinaria terapia para las vías respiratorias. Por eso todo el que va a la playa con alguna afección respiratoria, no sólo le pone remedio rápido, sino que además queda como vacunado contra esas afecciones por bastante tiempo. Afortunadamente la técnica ha sido capaz de imitar ese efecto de la naturaleza con nebulizadores por ultrasonidos, muy económicos, y que producen los mismos efectos terapéuticos.

¡Y qué decir del efecto beneficioso del agua de mar en la piel! Quien más, quien menos, se ha encontrado con alguna herida en temporada de playa, y ha observado con estupor cómo se le cerraba y cicatrizaba limpiamente en tres días gracias a los baños con agua de mar. Se enteran también muy pronto de sus beneficios los que llegan con hongos en los pies, con sudor insano, con piel enfermiza, con erupciones y con acné; los que tienen grasiento el cuero cabelludo, los que producen mucha caspa o pierden demasiado pelo. Todos ellos vuelven nuevos y con un aspecto de salud desbordada por todo el cuerpo.

Pero es que los baños en agua de mar, más el sol, más la arena, más el microclima de la playa, el más privilegiado por juntarse ahí cielo, mar y tierra, ejercen un efecto sedativo en el sistema nervioso y regulan de forma extraordinaria todo el sistema hormonal.

Todo eso por fuera. Pero cuando te da un revolcón una ola y te bebes una gran bocanada de agua de mar, entonces le das la ocasión de trabajarte también por dentro. ¿Cómo? Si se trata de un buen trago, el efecto es laxante y por consiguiente purgante. No está mal contar con un remedio tan efectivo para un mal tan extendido y para una limpieza que conviene hacer un par de veces al año. En tal caso ya no hay que contar con la bocanada ocasional, sino con aprovisionarse y tenerla siempre en casa.

Ese efecto lo tenemos bebiendo agua de mar tal y cual y en cantidades importantes. Pero hay otras formas de beberla, más pausadas, pensadas para retener en el cuerpo la riqueza mineral de la más completa de las aguas minerales puesto que contiene la totalidad de los elementos de la Tabla periódica que se encuentran en la tierra, y que forman parte de todos los seres vivos. Indispensables por tanto para que nuestro organismo funcione a la perfección.

Si tenemos en cuenta que toda enfermedad tiene su origen en la carencia de elementos constitutivos de nuestra estructura orgánica y de nuestro funcionamiento fisiológico, y que la materia prima de todo ser vivo y de toda nutrición son los minerales, llegaremos fácilmente a la conclusión de que la primera medida para atajar las enfermedades, es proveer adecuadamente a nuestro organismo de la materia prima: la totalidad de los minerales, que únicamente están disponibles y directamente asimilables en el agua de mar.

Mariano Arnal

Agradecemos a la Fundación Aquamaris que nos haya facilitado este interesante artículo para su publicación. Quienes estén interesados en las terapias basadas en el agua de mar, sus aplicaciones y beneficios pueden visitar la web de esta fundación en https://www.aquamaris.org/