¿¿ Bravas o jamón ??

12.12.2014 00:00

Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujúo, aquí estamos otra vez.

G-20, OMC, CE, FMI, BM, BCE, PP, PSOE, IU, UPYD, CIU, ERC, PNV, CEOE, UGT, CCOO, ETC. Letras que juntas forman siglas que representan organizaciones dirigidas por personas que por un lado u otro se han visto envueltas en escándalos de corrupción y delitos de diversa índole.

Las personas que están detrás, de forma indirecta e indirecta, en su inmensa mayoría, nos están acribillando, casi a diario, con lo perjudicial que sería para nosotros arrebatarles el poder a ellos y poner en nuestras manos nuestro propio destino.

La paz social y mundial depende de su dominio, y de que sigamos a pies juntillas todas sus órdenes. Esas que incluyen que la mitad de nuestro sueldo vaya a engordar las cuentas del 1% de las familias que poseen toda la riqueza mundial, y que indican que nos debemos mantener abajo para que ellos continúen muy arriba.

Sin más, esperando que aparezca la justicia social que nos devuelva la alegría de vivir, y que les guste, y que les disguste lo escrito, les dejo con:


"¿BRAVAS O JAMÓN?"

 

Cuando el hijo de mi hermana me pregunta por qué no tengo aparatos electrónicos de última generación, o por qué vivo en una casa con lo mínimo para él y lo suficiente para mí, yo le contesto que mi austeridad nada tiene que ver con ser un "agarrao" que no quiere gastarse un duro, sino que vivo de esa manera porque creo que cuantas menos cosas posea uno más libre e independiente es.

Tengo un pantalón vaquero. ¿La razón?, porque no necesito más. Sin embargo tengo más de seis pantalones de chándal, y todo tipo de ropa deportiva. Eso si, de la buena. Cuento con la fortuna de tener un amigo con una tienda de deporte (Deportes Madrid, en Aluche) que es mi suministro desde que soy un niño. También tengo un pantalón de pana que me regalo mi prima Rosa por si algún día me lanzo y me da por variar.

La ropa no es importante para mí, ni las casas, ni los coches, y mucho menos esos pequeños aparatos que han logrado cortar el último suspiro de comunicación que le quedaba al habitante del casco urbano y también del rural, ¡los móviles! Elementos estos que se utilizan para todo menos para su función principal que es llamar.

Este estilo de vida es el que yo he elegido. He tenido suerte. Creo que podría vivir mejor si fuese más competitivo y tuviera un poco de amor propio. Nunca he creído en el amor, y menos con el apellido de "propio". A mí me gusta más el amor "libre". Es cuestión de puntos de vista. El mío no tiene porque ser mejor que el de otros. Simplemente es el mío. No pienso que sea mejor que nadie por esto, pero tampoco creo que sea peor. Hay personas, muchos millones, que este privilegio de poder elegir no lo tienen. Ocupan su tiempo en buscarse la vida para poder sobrevivir.

A veces me hace gracia la reacción de la gente cuando conocen mi manera de vivir. Se quedan estupefactos algunos y algunas cuando, por ejemplo, les digo que caliento la leche en cazo. No es por nada, pero es la única manera de que coja su temperatura adecuada. El microondas no entra en mis planes. No es por salud, sino porque o te pasas o no llegas. No es la mejor manera de empezar el día cagarte en la madre del que inventó en aparato.

Estaba tomando una caña con una chica muy maja que no daba crédito cuando la contaba que sólo tenía un vaquero. Ella me dijo que tenía un armario de pantalones, otro de vestidos, zapatos, ropa de invierno, de verano, etc. Llegó un momento que me perdí. Pero antes le pregunté como andaba de ropa deportiva. Ahí gané yo claramente, o quizás tampoco. No sé.

Uno no debe sentirse mal por ver una película de bajo presupuesto, o una obra de teatro independiente. A mí me gustó mucho "Tres días en Pedro Bernardo" que se ha hecho con cuatro perras, y "Torrente X" (no se que número va) con todo el presupuesto del mundo me parece una auténtica mierda. Es cuestión de gustos.

Lo bueno no tiene porque valer mucho, aunque lo barato salga caro a veces. Otras veces lo simple nos hace mucho más felices que lo compuesto. La comida es un ejemplo de lo que no se si estoy siendo capaz de explicar. "Qué a gusto esta uno en casa aunque sea comiendo unas patatas". Frase que quedará para la historia y mi memora, que decía mi madre siempre que veníamos de comer fuera de casa, en una bar o en un restaurante.

Hay personas que gozan comiéndose unos huevos con patatas en Casa Lucio pagando un pastón, y otros por el contrario disfrutan comiéndose unas patatas al caldero en la lancha de la lumbre de la casa vieja de su pueblo por mucho menos dinero. Ambas opciones me parecen respetables. Yo curiosamente siempre he tirado por la segunda. Estar rodeado de tíos y primos es un lujo que los grandes restaurantes no pueden ofrecerte aunque vayas con ellos.

Me mola mi manera de vivir. Otros por menos se han muerto. Lo bueno es que yo estoy aquí. Y no se si estoy en lo cierto, pero cada vez que me pasa alguna anécdota relacionada con mi "modus vivendi" me reafirmo más, aún si cabe, en mis ideas y comportamientos.




La última me ocurrió hace poco. Estaba en el bar Puerto Chico en la colonia de pisos que llevan el mismo nombre, que es donde vivo. Este local ofrece unas bravas como las que ya no se hacen. Me encantan las patatas en todas sus versiones, pero si son bravas mucho más.


En este establecimiento el primer pincho con la cerveza es siempre un platito de bravas. Después de tres rondas y variar la tapa, el camarero empezó a dudar. Se acercó y nos preguntó, ¿qué os apetece?, ¿bravas o jamón? Miré a mi acompañante con una sonrisa que él me devolvió. La respuesta fue evidente, "unas bravas por favor". 


No se que me hizo más feliz, si comerme las bravas o darme cuenta de que mi persona prefiere unas simples patatas a un buen jamón, una buena conversación a una gran mansión.