Un carácter fuerte... por Antonio Cabrero Díaz

11.10.2013 00:00

Hola amiguitas y amiguitos de PB AGUJÚO aquí estamos otra vez. Antes de comenzar con un nuevo artículo tengo que dejar claro una cuestión que parece que los lectores confunden.

Este que escribe continúa calentando la leche en cazo, dejando el móvil en casa, en el mismo lugar en donde antes estaba el fijo, y por supuesto sigue sin tener ordenador personal.

Con todo esto quiero decir que El Agujúo lo único que tiene digital es el nombre, y que yo sigo estando lo más alejado posible de las nuevas tecnologías, puesto que algo que esta diseñado para hacernos la vida más fácil acaba convirtiéndose en la peor pesadilla para los que luchamos en contra de la esclavitud.

Albertillo es el verdadero monstruo tecnológico y creativo de este invento. Yo lo único que me limito es a colaborar con mi sección y a aportar nombres e ideas. No se crean que no es poco para un sujeto tan deficitario en atención como yo.

Sin más, esperando que les guste, y que les disguste, les dejo con:

 

UN CARÁCTER FUERTE

 

A Pepe Boti porque es buena gente que camina y nunca le ha hecho daño a nadie. Jamás he consentido ni consentiré que se metan con él o hablen mal de él, porque no se lo merece, y además es injusto. Nadie tiene derecho a llamarle “rata”, primero porque es mentira, y segundo porque nunca ha robado dinero ni ha dejado a deber nada a nadie, cosa esta que quien tan mal le califica a lo mejor no puede decir.

Para terminar añado que el hecho de tener más o menos dinero, o tener muchísimo dinero, no es óbice para regalarlo o dárselo obligatoriamente al primero que pase.

 

Parece ser, según me dicen, que tengo un carácter fuerte por el simple hecho de decir las cosas claras y no permitir que me mientan o me digan estupideces sin dar contestación alguna.

Considero que esto no es cuestión de carácter y sí de no tener miedo a molestar, o que tu interlocutor se enfade contigo y no te vuelva a mira a la cara.

Echo mucho de menos la valentía en esta sociedad nuestra, en donde la gente no es capaz de opinar libremente sobre aquello que le parece oportuno por temor a que le pueda acarrear algún problema.

Prefiero mil veces a una persona que me diga directamente a la cara lo que piensa de mí, o lo que crea que he hecho mal, que a los que me abrazan y besan, y me dicen que soy fantástico, y a los cinco minutos, en otro foro distinto, cuando yo no estoy presente, me ponen a caer de un burro (qué expresión más significativa).

Si han leído la introducción de este artículo se habrán dado cuenta que defiendo la integridad de un amigo a la vez que afeo la conducta y la persona de quien le ha insultado y faltado al respeto.

Este hecho tan normal para mí no lo es tanto para la mayoría de la gente. Yo sé que alguien se va a dar por aludido y puede que incuso se moleste, cosa esta que me trae completamente sin cuidado.

Tan bien sé que lo que he escrito en este blog sobre el ayuntamiento y sus lamentables fuegos no va a agradar al equipo de gobierno pues es una crítica negativa a su gestión en este asunto.

En ambos casos yo no insulto a nadie, simplemente doy mi opinión, que puede ser acertada o no, pero es la mía y no otra.

Es posible que pueda estar equivocado en mi manera de actuar, pero soy así. El ser así es lo que hace advertirle a la madre de un amiguete del barrio que si va a tocar el tema de los inmigrantes que es mejor que lo deje porque me lo tomo muy mal, y entonces va a sacar lo peor de mí.

No puedo evitar saltar rápidamente a defender al indefenso, y a denunciar aquello que creo que no es justo. Por otra parte no tengo porque aguantar opiniones racistas que no son de mi agrado, ni que nadie me moleste cuando estoy tranquilo tomando una caña diciéndome que aquí sólo viene lo peor.

Para mí es mentira todo lo que la gente dice sobre los emigrantes, y como creo que es un colectivo injustamente tratado no tengo ningún reparo en defenderlos en cualquier tertulia en que me encuentre.

Reconozco que a veces me fallan y me pierden las formas, y la boca también, pero digo las cosas como las siento. Digo pensándolo con el corazón y sin diplomacia que el hecho de que Cristina Cifuentes, delegada del gobierno en Madrid, tenga un accidente me importa un pimiento, y que viva o muera me es indiferente. Sin desearle mal a nadie me  expreso con sinceridad, y pensando que ella sentiría lo mismo si el que estuviera en su situación fuera yo, aunque no fuera capaz de expresarlo abiertamente.

Los padres de las niñas que murieron en el Madrid Arena no creo que sufran mucho por lo que le ocurra a esta señora, la cual dijo que la gestión del incidente y el desalojo por parte de la empresa organizadora del evento fue ejemplar, y que los que se han quedado parapléjicos o tuertos por la violencia policial ordenada por la susodicha tampoco.

Pues decir las cosas de esta manera no esta bien, suena muy fuerte y no es lo adecuado. Lo correcto es mentir, hablar por otro que no eres tú, y parecerte a una persona lo más alejada de tu verdadera personalidad.

La ventaja de los tipos con carácter como yo es que desde nuestra normalidad llegamos a la diferencia, y esto da gran satisfacción. No tenemos nada, hemos enfocado nuestra vida para tener lo menos posible, y nos conformamos con la felicidad que nos proporciona hacer siempre lo que creemos conveniente en donde sea y con quien sea.

Yo soy así, así seguiré, y nunca cambiaré, y por este motivo continuaré denunciado lo que desde mi punto de vista no este bien. Y no esta nada bien que personas iguales a nosotros se jueguen la vida viniendo del mundo pobre, explotados por la mafia, y mueran en el intento. Y como no esta bien lo escribo aquí, lo digo en la calle, y lo grito a los cuatro vientos. Digo claramente que hay que ser muy hijo de puta para dar la nacionalidad a los muertos y meter en la cárcel a los vivos como ha hecho el gobierno italiano en el suceso, yo diría asesinato indirecto, de los inmigrantes de Lampedusa.

Por todo lo que han leído, y por todo lo que me han escuchado, parece ser que tengo un carácter fuerte, yo sin embargo diría que lo que tengo son cojones para decir las cosas a la cara y naturalidad para hacer de lo normal algo diferente.