Como pollas... por Antonio Cabrero Díaz

01.07.2016 09:33

Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujúo.

Aquí estamos otra vez felices por el hecho de que se haya terminado el circo electoral y futbolístico. Respecto a primer tema, el electoral, he acertado de pleno. El vaticinio que hice hace un mes de que el PP aumentaría el número de votos y UNIDOS-PODEMOS se iba a dar el batacazo se ha cumplido.

La lógica ha actuado. Aquellos que votaron a Ciudadanos, viendo sus acuerdos con el PSOE, esta vez volvieron a dar su confianza al partido más corrupto de la historia más reciente de España. Los que odian a Podemos, forman parte de IU, y han sido ninguneados por un acuerdo bilateral, no han votado o lo han hecho a otras formaciones, lo mismo que los que han visto el tono prepotente y chulesco, rozando el ridículo, del “mesías” Iglesias. En total más de un millón de votos que se han perdido y nos han llevado a que el fascismo gobierne probablemente nuestras vidas cuatro años más.

En el fútbol ha pasado algo parecido. Cuando al frente de un equipo pones al trabajador típico español (pelota, vago, con pocas actitudes y conocimientos, y servil) pues te das el porrazo. Pasaron la primera fase porque era imposible no hacerlo, pero en el primer partido serio, frente a una selección mediocre como la italiana, te vas a la calle. El resultado es irse a casa eliminado de la Eurocopa a las primeras de cambio, y, cómo no, el responsable, el seleccionador, como buen español, corrupto y sin vergüenza, cual ministro espía del PP, no sea capaz de presentar su dimisión.

Nos ha tocado vivir en un país de ladrones, asesinos y maleducados, y no me refiero a la clase política, y sí al pueblo llano, y esto es muy complicado cambiarlo, lo que hace que se te quiten las ganas de vivir en él.

Sin más, esperando que les guste y les disguste lo escrito, les dejo con:

 

“COMO POLLAS”

 

Bajo por la Avenida de Asturias en Madrid, veo pintado en una pared el título de este artículo. Continuo bajando, camino de mi centro de trabajo, y puedo leer en un contenedor de color amarillo, “sigue chupando”. Nunca el reciclaje me sentó tan bien. Unos metros más adelante una nueva alusión al arte de chupar me hace partirme de risa, y me recuerda a la mayoría de la gente que me rodea.

Como dijo un cantante de rock en un concierto, lo malo no es poner el culo al jefe físicamente, pues esto al “come pollas” le podía dar placer, sino hacerlo psicológicamente, lo cual no es admisible, y, según este cantante, no tiene un pase.

“Mira como te va”, es una frase que suelen utilizar mis compañeros cuando me cuentan lo que ha dicho “este” o “esta” de mí, y yo les contesto que me importa una mierda lo que puedan ir diciéndole al jefe de mi persona. La energía no se debe perder en dimes y diretes, y, mucho menos, en odiar a uno u otro compañero por su comportamiento. Normalmente el que critica se cree en la posesión de la verdad  y no entiende que el comportamiento que esta criticando puede ser menos dañino que el suyo.

Lo que la gente no sabe es que después de tantos años hay personas que no van a cambiar, y que en su vida no hay remedio ni entra dios. Tampoco entienden que el trabajo te importe una mierda, que la empresa te la sude, y que solo lo utilices como un medio impuesto e imprescindible para ganarte la vida, pero que más allá de todo esto, que en tu vida personal no ocupe ni un minuto de tu tiempo.

En el mundo laboral puedes vivir mejor o peor, eso depende de lo “come pollas” que seas. Los que no tienen valores y no saben lo que significa la dignidad y la libertad optan por poner el culo al jefe. Los que si tienen estos valores optan por hacer y decir lo que creen conveniente, según su criterio, en donde estén y con quien estén, dándoles igual la escala social de la persona con la que se están relacionando.

Cuando alguien, intentando cabrearme, o que discuta, me dice “mira como te va”, lo que realmente está consiguiendo es que piense, “mira como te va a ti”, y que asome una sonrisa en mi cara tan amplia y sincera que ensombrezca los vanos intentos de que entre en ese mundo del bla, bla, bla, y más bla, y de las nada interesantes vidas, para mí, de los demás.

Cual “maqui” (guerrillero antifascista) desde joven siempre he ido a lo mío, y solo me manifiesto en público si alguien me pide ayuda, o hay que luchar por el bien común, se lo merezcan los que tengo al lado o no. Uno tiene que hacer lo que sus ideas le dicten sin pensar en posibles recompensas, y, menos aún, en posibles represalias.

Esta es una opción personal que he elegido para andar por la vida. Aquellos o aquellas que crean que es mejor competir, que se crean mejores o más buenos que los demás, que insultan y luego abrazan al insultado, que difaman e inventan por medrar, están en todo su derecho aunque como personas de bien queden a la altura del betún.

Es evidente que les irá mucho mejor que a mí en este mundo de ciencia ficción que es el laboral, pero no caerán en la cuenta de que les digo las cosas para que se las cuenten al jefe o jefa, y que, por supuesto, jamás sabrán lo que realmente pienso, y menos aún, lo que siento, y es que cuando se están comiendo pollas es muy complicado escuchar.