Convencionalismos sociales... por Antonio Cabrero Díaz

13.06.2014 00:00

Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujúo aquí estamos otra vez.

Finalizó el rodaje de la película "tres días en Pedro Bernardo", y ahora comienza el reto más difícil para nuestro novel director Daniel Andrés, el de buscar quien se la distribuya para que pueda llegar a las salas comerciales.
La cosa del cine esta complicada en un país donde la cultura esta perseguida y penalizada. El ejemplo más cercano es el modo que ha utilizado nuestro artista para llevar a cabo su proyecto, solicitando ayuda económica a particulares para su autofinanciación.
Debido al tema que a continuación van a leer estuve en Pedro Bernardo esta semana de una manera fugaz, pero lo suficientemente larga para escuchar las tópicas y absurdas tonterías respecto al personal que permaneció la semana anterior en el pueblo durante el rodaje del mencionado film.
Parece ser que algunos comerciantes se quejan de que la película no les ha reportado los beneficios, a modo de venta de sus productos, que esperaban. Esta villa nunca ha sido un ejemplo de hacer cosas por amor al arte, y mucho menos de apoyar una causa sin pedir nada a cambio, salvo honrosas excepciones.
Voy  a explicar brevemente como funciona el tema del séptimo arte. En Madrid se ruedan multitud de películas y series, en las cuales hay un nutrido número de personas que desempeñan diferente funciones, desde cámaras hasta actores. Estas personas no suelen comprar en las tiendas de los alrededores puesto que suelen cubrir sus necesidades con empresas de catering que contratan las diferentes productoras.
El rodaje de un largometraje lo que aporta básicamente es que el sitio donde tiene lugar sea fuertemente publicitado, y que se de a conocer a un número de público más amplio.
Hay que agradecer a Daniel que haya elegido Pedro Bernardo para realizar su premier, puesto que ha dado un poco de vida a un pueblo que esta muy cerca de la despoblación, y porque le ha asegurado una publicidad que a la larga redundará en beneficio del mismo y de todos los que habitan en él.
Sin más, deseando que el miedo deje paso a la esperanza, esperando que les guste y que les disguste, les dejo con:
 
 
CONVENCIONALISMOS SOCIALES
 
 
Convencionalismo: Conjunto de opiniones o procedimientos basados en ideas falsas, que por conveniencia se las tiene por verdaderas.
 
Vivimos inmersos en una sociedad en donde priman los convencionalismos. Tenemos unas relaciones sociales en donde un alto porcentaje de las cosas que hacemos son debidas a algún tipo de interés. Poco espacio dejamos a ser auténticos y a actuar según nos indiquen nuestras ideas y nuestro cerebro.
La situación esta llegando a tan elevado nivel de lo absurdo que ante cualquier proposición de un allegado la aceptamos, aunque no estemos de acuerdo con ella, por el simple hecho de no disgustar a nuestro interlocutor.
Las personas del mundo desarrollado acuden a actos sociales sin querer ir, saludan a quien no quieren saludar, e interpretan papeles muy alejados de su verdadera personalidad. Todo esto sólo para quedar bien en su entorno social, y evitar la posibilidad de ser excluido de su círculo.
Particularmente respeto a todo el que acepta todos los convencionalismos sociales que hacen que nuestra vida sea todavía más ridícula de lo que ya la hacemos. También exijo que todos aquellos que no piensan como yo y que actúan de manera diferente a mí respeten mi manera de conducirme por la vida, totalmente alejada de estos convencionalismos.
Siempre he pensado que el ser humanos es simplemente eso, un ser vivo, ni mucho más, ni mucho menos. Huesos, músculos, articulaciones y órganos internos, que bien colocados nos facilitan la supervivencia en la tierra. Personas con una supuesta inteligencia que nacen, crecen , se reproducen y finalmente mueren.
La vida es corta, es por este motivo por el que creo que es una estupidez perderla haciendo cosas que  no nos hacen felices por el simple hecho de quedar bien, por el que dirán, o por seguir directrices que nos marcan los dueños de lo políticamente correcto.
No se crean que yo no lo he intentado. Incluso me he entrenado para ser uno más dentro del resto, pero no he sido capaz de conseguirlo. No logro reírme cuando no tengo ganas, o decir lo que no siento. Y no es que me crea mejor que nadie, ni tampoco alguien especial. Es simplemente que soy así, natural, que para mí es lo que debería ser lo normal, pero no solo en mi caso, sino en el de todos los que me rodean.
Me gusta vivir como un indio. Sé que es complicado, y que, lo quiera o no, formo parte de este mundo capitalista de consumo, pero por lo menos lo intento. Me esfuerzo por vivir con las mínimas necesidades, por hacer el mayor número de cosas que me agradan, y por intentar actuar de la manera más auténtica posible.
Es por este motivo por el cual actúo como actúo en los diferentes eventos sociales, sean de alegría o de tristeza. Es por esta razón por la cual cuando se muere alguien cercano a mí intento que no se aproxime ningún convencionalismo a amargarme aún más si cabe el momento, pese a quien le pese, y le guste a quien le guste.
Nunca he dado el pésame. Lo veo frío. Hay mucho hielo en esa frase mal hecha. Prefiero acompañar a la persona que sufre con mi silencio y con un abrazo, a la vez que intento molestar lo menos posible.
Me parece antinatural, una vez que muere una persona meterla debajo de la tierra, después de haberla despedido con unas absurdas plegarias, que afortunadamente están muy lejos de escuchar.
Cuando murió mi madre, a pesar del gran dolor que me embargaba, fui capaz de mantener la cabeza fría y  de actuar de la manera más correcta posible para que su desaparición no se convirtiera en un espectáculo dantesco. Creo que lo conseguí, incluso aceptado una de sus condiciones, darle una última misa, en la cual el cura político de turno aprovecho para soltar un mitín.
Hubo gente que no entendió mi proceder. Alguno se ofendió de manera airada. Lo entiendo porque es complicado eliminar los convencionalismos, que desde pequeño y tan adentro nos inculcan, de un plumazo.
Estoy convencido de haber hecho y de seguir haciendo lo correcto según mis ideas y principios. Estoy seguro de que ella, viéndome por algún agujero, se estaría riendo, y pensando en que hijo tiene, un poco bruto, gruñón, pero todo corazón.