Cuando bebes te vuelves más tonto... por Antonio Cabrero Díaz

24.01.2014 00:00

 

Hola amiguitas y amiguitos de PB AGUJÚO, aquí estamos otra vez. Hoy van a leer algo que les va a llevar a la conclusión acertada de que este que les escribe es más simple que un melón, y que a medida que avanza el tiempo va a peor.

Antes de empezar debo resaltar el éxito de la lucha vecinal de un barrio humilde de la provincia de Burgos, en donde ha quedado demostrado que cuando se tiene la razón y se pelea por lo que es justo se obtienen resultados.

En el fondo es lo de siempre. Un político que realiza obras que no se necesitan ni son prioritarias, para que con el dinero de los que menos ganan se enriquezcan los que más tienen.

Esta victoria es un pequeño triunfo de todos, además de un ejemplo para que no nos atropellen continuamente con decisiones alejadas de una democracia que los estamentos de poder odian.

No todo se debe reducir a votar o no cada cuatro años, y sí a poder decidir con una mayoría razonable lo que más conviene a los intereses de todos.

Desde aquí mis felicitaciones a los ciudadanos del Gamonal por su éxito, y mi aviso de que no se confíen y sigan al pie del cañón, porque a la que te descuidas los políticos te ponen un plato de comida a modo de exquisita libre que a la larga acaba convirtiéndose en restos de un viejo gato.

Sin más, soñando que el miedo deje paso a la esperanza, y esperando que les guste, y que les disguste, les dejo con:

 

“CUANDO BEBES TE VUELVES MAS TONTO”

 

En esto que estaba mirando el marco que rodea a la caja tonta y de repente veo un anuncio del ministerio de sanidad, en donde viene a decir lo mismo que el título de este artículo, que si bebes alcohol pierdes neuronas, que es malo para tu salud, y que al final terminas siendo un tonto sin cura posible.

Después de verlo, y haberme reído un rato, pensé en lo tonto que era, pues la noche anterior fui a un concierto de rock, y durante el mismo cayeron unas cuantas cervezas, las cuales sinceramente me sentaron de puta madre hasta que me levanté al día siguiente.

Nunca me he considerado listo, y sí muy tonto, porque sino no tendría que levantarme obligado por las mañanas para acudir a un puesto de trabajo que es una pieza más dentro de la máquina de este sistema injusto y poco igualitario.

Estas breves reflexiones me llevaron a la conclusión de que el tipo que había hecho el anuncio me había llamado gilipollas por toda la cara, y claro, esto al principio ofende un poco, pero luego a medida que te vas tomando cañas con los colegas del barrio se va pasando.

Durante la ronda correspondiente reconoces tu adicción a la felicidad y a la comunicación que se produce cuando un grupo de personas se junta, comparte y analiza la realidad de las cosas, llegando a la conclusión de que el spot no dice la verdad, como por ejemplo, que de ese alcohol que dicen que no debes beber el estado se lleva un suculento botín de dinero con sus impuestos añadidos.

Uno es idiota pero con una mínima capacidad de reacción, y cree que si beber es tan malo que hacen campañas publicitarias, que por cierto también pagamos nosotros, que sean coherentes y que directamente lo prohíban, o dejen de llevarse un duro (qué bonita palabra) de su venta.

El nexo de unión entre alcohol y tontería tampoco esta probado científicamente al cine por cien. De hecho hay gente que ha sido tonta toda su vida y no ha bebido ni una gota. Es más hay personas que ya eran tontitas de pequeñas, y por supuesto no bebían, y se han convertido en gilipollas de mayores.

Que quieren que les diga, una vez más no me voy a creer lo que me dicen, y mucho menos si viene de parte del estado no participativo, pensando sólo en mi bien, y voy a continuar tomando cervecita los días, las horas y los momentos que me plazca, total de algo hay que morir.

La vida esta llena de buenos y malos momentos. De estos últimos hay que huir y tener claro que la felicidad absoluta no existe, y que la simplicidad es lo que mas nos acercará a ella. De los primeros tampoco hay que abusar porque todo en exceso al final cansa.

El fin de semana pasado andaba un poco bajo porque tengo un familiar en una situación delicada (cosas de la edad). Una enfermedad de esas que son largas y duras, y que hacen que no reconozcamos a la persona que había sido antaño y veamos otro ser desconocido para nuestro cajón de recuerdos. Mi madeja de sentimientos andaba un poco enmarañada, mezcla de dolor y rabia por no poder entender el sentido absurdo de las cosas.

Después de un paseo por un parque me llamó un colega de la juventud del barrio (como los llamo cariñosamente debido a mi avanzada edad para lo que no es correcto) y me dijo que si nos tomábamos unas cañitas en un bareto de moda del barrio de Aluche, a lo cual, sin dudarlo, le contesté que si, que necesitaba compañía regada con  cerveza.

Llegué al sitio, y llegó el amigo, y empezamos la ronda, y cuando todo iba sobre lo previsto aparecieron unas compis de cuando yo era adolescente, de eso que ahora se escriben estúpidos libros, la EGB, y me llevaron a la planta baja del local porque habían hecho una quedada a través del face book.

Bajé y había un montón de peña, gente que ni conocía porque después de treinta años mi memoria pues no esta muy inspirada (me imagino que el alcohol habrá tenido algo que ver en ello), con la cual empecé a charlar y a cañear, dejando de un lado mis prejuicios y convicciones, y dándome cuenta de que lo que realmente había allí era vida.

Sí eso era, gente sana, feliz por esto o por aquello, o por ver a este o al otro, ¡incluso por verme a mí!, personas disfrutando de aquello que día a día se nos pasa, no valoramos, y dejamos escapar por deberes absurdamente y dirigidamente impuestos.

Como era de esperar fui el último en retirarme, y es que cuando estoy a gusto no tengo prisa aunque haya que madrugar por la mañana. Llámenme tonto porque bebí más de la cuenta, lo asumo, y más al día siguiente en el colegio con la resaca a cuestas, pero por un momento, durante un breve instante, pude ver a mi tía, a la de verdad, estaba allí conmigo hablando de todo un poco, haciéndome sentir acompañado en un lugar rodeado de extraños que en un tiempo fueron conocidos, pero sintiendo los latidos y el calor de la plenitud de la existencia, de la plenitud de la VIDA.