Daniel Andrés, la envidia y mi carácter... por Antonio Cabrero Díaz

24.10.2014 00:00

Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujúo, aquí estamos otra vez.

Un saludo a Sergio "minero" que me mandó un mensaje poniéndome a caer de un burro (como siempre) por el artículo que escribí la semana pasada. Le doy las gracias por leerme y le mando un abrazo cariñoso, pues ese tipo de crítica es la que me agrada.

Espero que el de hoy le guste o le disguste, como a todo aquel que decida echarle valor y leer esta sección, ya que sigue la línea del anterior. Experiencias vitales que a todos y a todas nos son conocidas.

Sin más, esperando la dimisión de Ana Mato y Javier Rodríguez, les dejo con:


DANIEL ANDRÉS, LA ENVIDIA Y MI CARÁCTER


Daniel Andrés no es amigo mío. Le conozco desde hace poco tiempo pero desde el inicio me ha parecido buena persona. A la madre de Daniel la conozco de toda la vida. Mejor dicho, la que me conoce de toda la vida es ella a mi porque me vio nacer. Aunque moleste también me parece buena persona.

Deseo fervientemente que la película "tres días en Pedro Bernardo" triunfe de una manera rotunda, no por el éxito económico y publicitario que obtendría su autor, Daniel, sino como premio al trabajo y la capacidad de crear algo de la nada en un mundo tan despreciado en nuestro país como es el cine.

Aunque parezca mentira no soy idiota y tengo los pies en la tierra. Las películas españolas no son publicitadas y viven de la promoción de algún mecenas para darse a conocer. Este año de cientos de largometrajes el público en general conoce básicamente cuatro, "torrente", "el niño", "la isla mínima", y la taquillera "ocho apellidos vascos". Todas ellas anunciadas y producidas por televisiones privadas.

Soy consciente de la dificultad de que el largo de Dani sea estrenado y expuesto en salas comerciales, pero quiero que lo consiga. Me alegraría mucho que su esfuerzo tuviera premio a través de un festival por ejemplo, de una promo o de un golpe de suerte. La quiero ver y poder opinar si es buena o mala sentado en una butaca de una sala de proyección, que es el lugar en donde merece y debe ser vista.

A veces cuando converso con otras personas (me ha pasado con varias) tengo la sensación de que algunos quieren todo lo contrario. Noto como en el fondo tienen miedo a un posible éxito debido a sus rotundas afirmaciones de que es una película como tantas que no se va a comer ni los mocos.

Aparte del desconocimiento del séptimo arte, yo solo le encuentro una explicación a esta perversa reticencia, LA ENVIDIA. Si amigos, esa maldita compañera que no nos deja ser todo lo felices que quisiéramos.

Yo soy humano y la he padecido. He tenido envidia de otras personas, de sus logros o de sus pertenencias, pero también he sido capaz de vencer a este enemigo de la solidaridad y la buena voluntad. No es muy difícil, simplemente hay que quererse a uno mismo, darse cuenta de que la vida es un suspiro, y que no merece la pena preocuparse de los asuntos de los demás y menos aún sufrir por ellos.

Hace muchos años que me alegro del bien de los que me rodean, sobretodo si estas son buenas personas. También hace mucho tiempo que lucho por aquellos que son más débiles y son atacados sin ninguna valentía y compasión por una mayoría borrega y abusona.

Ahí es donde sale a relucir mi carácter, esa manera de ser que me hace perder los papeles, e incluso la razón del asunto que estoy debatiendo. He intentado educarlo y aplacarlo pero a veces me resulta del todo imposible. Es muy complicado no alterarse cuando uno escucha a personas que no son malas decir cosas que siempre van en contra de los menos poderosos.

Cualquiera que me vea desde fuera puede pensar que soy agresivo y macarra. Yo también pensaría lo mismo si viera a un tipo rojo como un tomate, con la vena yugular como una tubería de gas, y amenazando e insultando a su interlocutor.  Esta actitud la lamento y a toro pasado me arrepiento de ella, pero, sin que sirva de justificación, es debido a la desesperación que me provoca vivir entre tanta injusticia, y ver que los mismos que son avasallados defienden a quien las comenten.

Es curioso porque el malo parezco ser yo de cara a mis semejantes de condición social, y no los que con sus políticas y decisiones hacen que nuestras vidas sean más complicadas. Da la sensación de que el que roba y mata, debido a mis maneras, soy yo, y no los que a través de Gurtel, Filesa, Bankia, Caixa Catalana, etc, nos llevan robando y matando toda la vida.

A pesar de ser una persona maleducada, agresiva y chula seguiré llevando a cabo mis malas acciones. Continuaré defendiendo a los inmigrantes, a los desahuciados, a los jóvenes sin futuro, y a todos aquellos que valen menos que la bala que los mata.

Como soy un canalla sin sentimientos no podré evitar alegrarme de que a la gente que me rodea le vayan las cosas bien. Por este perverso motivo el día que "tres días en Pedro Bernardo" sea proyectada en una sala de cine lo celebraré como si yo fuera el director, porque ese día no solo habrá triunfado Daniel, sino que también habrá vencido el bien y habrá perdido el mal.