El 7 de Junio NO habrá Rey

06.06.2014 00:00

Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujúo aquí estamos otra vez.

 

Hay que ver lo nerviosos que se han puesto los bipartidos que nos mantienen dentro de una dictadura, a la cual ellos llaman democracia, porque un partido que dice que se puede ha sacado más de un millón de votos en las pasadas elecciones europeas.

La coalición PP-PSOE que lleva treinta años repartiéndose los diferentes cargos en los distintos órganos de poder están perdiendo votos de una manera clara y escandalosa. Lo que resulta sorprendente es que todavía haya gente, que no forma parte de su entramado, que continúe votándoles a pesar de las políticas antipersona que llevan ejecutando durante todo este tiempo.

Dos de los máximos representantes de la corrupción de nuestro sistema, Aznar y González, como ya he escrito anteriormente, se llevan reuniendo hace tiempo junto con otros miembros del mundo empresarial y mediático, para intentar parar esta sangría, pero de momento parece que no están teniendo éxito.

Aznar, personaje que tiene el honor de habernos metido en una guerra, y González, creador de un grupo paramilitar terrorista, no solo no se encuentran entre rejas como sus delictivos actos les hacen acreedores, sino que están en consejos de diversas multinacionales ganando suculentos sueldos por los servicios prestados.

La ciudadanía debe saber que los partidos mayoritarios de nuestro país hacen políticas para que ganen dinero quien les pone en el poder, y que son los últimos que piensan en los problemas y necesidades de sus votantes y no votantes.

La gente se tiene que dar cuenta de una vez de esta descarada situación, y debe castigar con su abstención o con su voto a otros partidos a estos dos corruptos, egoístas y nada justos, mal llamados, partidos políticos.

Sin más, esperando que el miedo deje paso a la esperanza, y que les guste, o les disguste, lo escrito, les dejo con:

 

EL 7 DE JUNIO NO HABRÁ REY

 

Llego a casa después de haber intentado educar a las futuras generaciones y veo un mensaje en el móvil. Mi amigo Jorge me comunica que estamos en la Edad Media en pleno siglo XXI. También me dice que el pueblo no tiene ningún tipo de decisión y que a rey muerto, rey puesto.

Me quedo parado, y pienso que Juan Carlos ha muerto, pero sigo la pantalla y mis ojos encuentran la palabra abdicación. ¿Hay alguien que sepa lo que significa ese término realmente?

Un tal Felipe VI será el elegido por los representantes del pueblo como nuevo jefe de estado. Este nuevo nombre a mí me suena a historia, a cuadros de Goya o de Velázquez. Me retrotrae a tiempos pasados, a las clases de historia del arte, que hacían que las horas nunca pasaran, y que el día fuera más aburrido.

No tengo ninguna intención de enterarme del tema. Doy por hecho que la noticia de la abdicación monárquica ocupará todos los informativos de los medios de comunicación durante un tiempo demasiado largo. También asumo que un nuevo recorte a nuestros derechos será aplicado durante esta turbulencia mediática.

Estoy en la calle, me meto dentro del parque, en donde recuerdo la gran fiesta en el bar “la tierra” (qué nombre más bonito) del fin de semana pasado, con un montón de buena gente, en donde no había nadie que no fuera republicano.

Durante la carrera en el aparato de tecnología avanzada llevo sintonizada a La Gran Orquesta Republicana. Escucho un tema que se titula la “república”, en donde dice que nuestra república no tiene presidente, ni políticos, y que esta en nuestra imaginación. También dice que el rey tiene que escuchar al pueblo y que tiene que irse.

A medida que la música entra por mis venas y la carrera me lleva al gran bosque se va evaporando el rey, su hijo, sus hijas, sus coches, sus casas, su fortuna de origen desconocido, y su sin sentido.

Hay algo mejor que ocupa mi mente. Algo en donde la humildad y la bondad son los protagonistas. Daniel Andrés ha comenzado, gracias a la ayuda de anónimos generosos, a rodar su ansiado largometraje en el pueblo de Pedro Bernardo, provincia de Ávila.

El esfuerzo, el tesón, la honradez y el trabajo por fin han comenzado a dar sus frutos. Yo me alegro y comparo a nuestro director con toda la jerarquía que nos mal gobiernan y se hace dueña de nuestras vidas y destinos. No hay color entre el bien y el mal.

Una semana en Pedro Bernardo va a dejar paso a tres días de ilusión, de emoción y sobre todo de un esfuerzo en común. Un nexo en donde se demuestra que cuando nos ayudamos entre todos, nos va mucho mejor, y todos salimos ganando.

He regresado de la carrera. Estoy contento porque una vez más mi mecanismo de defensa ha vuelto a funcionar. Cuando algo injusto queda impune busco en mi interior cosas positivas para combatir la rabia que provoca mi impotencia.

La realización de la película ha sido todo un bálsamo. El pueblo florecerá, habrá vida, no por causa de un movimiento especulativo del terreno, y sí por la magia y el enigma del séptimo arte.

Durante estos siete días no pienso aparecer. Me gusta estar cuando las cosas están mal y cuando se necesita mi ayuda. También soy de los que colaboro con la condición de que nadie lo sepa. Soy de los que piensa que las cosas hay que hacerlas porque se quiere y no porque se debe.

El protagonismo esta reservado para quien realmente se lo merece, y ese no es otro que mi apreciado Daniel. Al cual no conozco mucho pero creo que le conozco bien.

El que siembra recoge, y el que reparte bondad, esta le vuelve multiplica por dos. La familia, los amigos, los conocidos (entre los cuales me incluyo), y todo un pueblo están con él y con su proyecto. Cosa esta muy bonita para los tiempos de plástico y pegamento que corren.

Nuestro querido director ha conseguido mucho, pero seguro que conseguirá más, porque el que es honrado no tiene nada que temer, y porque el que con su manera de ser y sus actos hacen felices a los demás tiene todos los caminos, por muchos obstáculos que estos tengan, abiertos.

El sábado 7 de junio en Pedro Bernardo, pero sobretodo en mi mente, no habrá rey. Habrá gente de bien haciendo lo que les gusta y consiguiendo que nuestra vida sea mejor, y todo ello gracias a una persona sencilla y normal llamada Daniel Andrés.