El día de la playa... por Antonio Cabrero Díaz

02.05.2014 00:00

Hola amiguitos y amiguitas de PB AGUJUO. Se habrán dado cuenta de que ya hace unos artículos que no escribo sobre el tema de coca cola. Una parte de los trabajadores de esta multinacional han aceptado las condiciones del ERE. Otros, unos cientos de la fábrica de Fuenlabrada, entre los que se encuentra mi amigo Charly Vargas, continúan la lucha en defensa de sus derechos y de sus empleos.

A los primeros mi más absoluto desprecio. No se puede ser tan vendido y aceptar las migajas que te tiran para tener pan hoy y hambre mañana. A los segundos les ofrezco mi apoyo, les doy ánimos, y espero que por lo menos ganen el juicio que mantienen con la compañía, aunque según funciona la justicia tengo pocas esperanzas. Sea como fuera les invito a que NO CONSUMAN NINGÚN PRODUCTO DE LA MARCA COCA COLA.
Cambiando de tema, me ha llamado la atención como medios de comunicación públicos, como TVE y TELEMADRID, utilizan nuestro dinero para financiar y publicitar entidades privadas como la iglesia, cosa esta que es del todo inadmisible en un estado que no es confesional.
Esto viene a colación porque el pasado domingo me levanté para ver la retransmisión de la maratón de Madrid. Mi sorpresa fue mayúscula cuando al sintonizar Telemadrid, en vez de encontrarme valientes atletas, vi a través de la pantalla una multitud de fanáticos reunidos en el Vaticano para celebrar la santificación de dos papas.
Es increíble que se santifique a dos personas que han dirigido uno de los lobbys más importantes del planeta. La multinacional religiosa con sede y estado propios es lo más alejado del evangelio que pueda existir, y lo más representativo del mundo global y capitalista que tenemos. Pero lo que es más alucinante, incluso milagroso, es que televisiones públicas financiadas por todos, creyentes o no, le den cobertura a actos y entidades que pueden valerse económicamente por sí mismas. Si Jesucristo levantara la cabeza vería el templo, no solo lleno de mercaderes, sino abarrotado de tahúres, buscavidas y ladrones.
 
Sin más, esperando que la ilusión deje paso a la esperanza, y que les guste, o les disguste, lo escrito, les dejo con:
 
 
EL DÍA DE LA PLAYA
 
 
En el paraíso todo era bonito. Los árboles nunca se estropeaban porque eran de plástico. Las personas no tenían apenas diferencias físicas. El cielo extendía el azul hasta el infinito. La felicidad era la protagonista reinante. Y la música, de ritmo suave y letras melosas, inundaba todos los espacios.
Los reyes de los clanes parecía que vivían en las mismas condiciones que sus súbditos. Los individuos comunes parecía que no competían entre si. Todos tenían comida, una bonita choza donde vivir, y un trabajo adecuado a sus características.
Hacía mucho tiempo que el uno de mayo cambió de nombre. Antes era un día feo, oscuro, y violento. Era una fecha que marcaba la diferencia entre explotados y explotadores. Esto había cambiado, ahora ambos colectivos gozaban de las mismos privilegios. El nombre de trabajador fue perdiéndose hasta dejar paso a otro más estético y bello, denominado "operario colaborador". El día de la lucha y la reivindicación ahora era el de la confirmación y la estabilidad. Ya no tenía sentido dedicar un rato, y menos toda una jornada, a denunciar los abusos de los poderosos porque simplemente no existían.
El día de la playa constituía uno de los mayores éxitos del ser humano desde que comenzó su existencia. No había parias de la tierra, y nadie se moría de hambre. Todos los habitantes del planeta se beneficiaban del reparto equitativo de los recursos de la tierra, y podían desarrollarse como personas en plena igualdad de condiciones.
El derecho de reunión había sido suprimido porque no era necesario, aunque si se dejaba que se amontonara la gente en la cola de cualquier centro comercial que formara parte del entramado capitalista. Por este motivo las largas caravanas que se producían en las carreteras que llevaban al Levante eran permitidas e incluso subvencionadas y promocionadas.
En todo mundo de ensueño siempre hay sujetos que no se adaptan a la uniformidad. Estos eran los inadaptados. Personas que siempre se encontraban fuera de lugar, y pocas veces veían con claridad el horizonte.
Estos individuos en su continuo guerrear seguían manifestándose el 1 de mayo por los derechos de los trabajadores. Pedían una sociedad más justa, en donde todos fueran iguales ante la ley, y tuvieran las mismas oportunidades de tener una vida mejor.
No parecía que se hubieran dado cuenta de que ya tenían una sociedad justa y solidaria. Eran tan desagradecidos que no se conformaban con la choza, con comer comida, y con poder ir una vez al año a ver el mar. Ellos, por un gen revolucionario que era necesario extirpar, siempre querían más. En su osadía pretendían que se acabaran lo nimios privilegios de los padres de la tribu, y que se destruyeran los puntos limpios para siempre.
Una de las medidas que provocaron el gran avance de la nueva sociedad fue la creación de puntos limpios. Estos lugares se convirtieron en auténticas depuradoras de lo malo. Muy necesarios para que solo se viera la belleza, y para que las piezas de la máquina nunca se estropearan y no dejaran parar la producción.
Los puntos limpios no eran blancos. Eran barracones rodeados de vallas de seguridad, y estaban vigilados por guardias sociales. Ahí estaban metidos los mayores que no podían valerse por sí mismos y daban muy mala imagen. También se encontraban los dependientes, personas que costaban mucho dinero y no aportaban nada. Había mujeres que no admitían que su cuerpo pertenecía a la comunidad, y niños que podían desarrollar un pensamiento independiente, o podían crear problemas por su condición social.
En el mundo perfecto no había sitio para la discrepancia. No había policía porque solo lo habitaban los mejores. No eran necesarios los políticos ni las leyes pues todos sabían cual era su sitio. ¿Todos ?, todos no. Había un grupo de irreductibles luchadores sociales que vivían en el infierno, que conocían la verdad de las calles, y que luchaban contra los invasores de sus vidas e ideas.
A este pequeño grupo le daba asco todo esa falsa humanidad que se denominaba buena, y que a ellos les tildaban de peligrosos y roqueros. A ellos les daba igual porque sabían que tenían razón. La razón del que piensa por su cuenta y quiere que el mundo donde vive sea un lugar donde quepan muchos mundos.
La tarea la tenían complicada. Tenían que luchar contra la competitividad, la desinformación, la represión, y la infamia. Aún así se sentían con fuerzas para seguir adelante, pues era mucho lo que había en juego, el futuro del planeta, y la supervivencia en el mismo de las siguientes generaciones.
El paraíso parecía intocable. Sus benefactores daban a entender que todo estaba bajo control. No querían dejar ni una fisura por donde pudiera entrar el agua de la libertad que pudiera romper la presa del dominio. Y no dormían para prevenir el contagio de ideas independientes con la vacuna de la ignorancia y la manipulación.
El infierno se abría paso. Los que lo padecían poco o nada tenían que perder. Se harían visibles y abrirían los ojos de aquellos que miraban par otro lado. Cuando llegara ese momento se obraría el milagro con el que toda persona de bien sueña. En ese instante se rompería la barrera que divide el bien del mal, dejando paso a todos aquellos que quisieran circular por el mundo libremente.