El negro no puede con los colores... por Antonio Cabrero Díaz

07.11.2014 00:00

Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujuo, aquí estamos otra vez.

El fin de semana pasado estuve en Pedro Bernardo y como no podía ser de otra manera volví a discutir y a perder las formas y los estribos. Parece ser que la persona a la cual envíe a freír espárragos se quedo un poco afectada pues pensó que me iba a enfadar y a terminar con nuestra relación de conocidos.

Al día siguiente vino a pedirme disculpas, pero el que las pidió fue el que les escribe, pues aunque tuviera razones de sobra para haberle llamado tonto varias veces no me exime de tener que respetar a los demás y aceptar pensamientos y opiniones contrarias por muy fascistas que estas sean.

A todo el que todavía no me conozca le digo que yo antepongo siempre las personas a las ideas, y con esto creo que esta todo dicho.

Hoy, a petición de una lectora, voy a escribir sobre el otoño y el cambio que han sufrido los arboles, los cuales no hacen que nieve hojas y si tarjetas de crédito de color negro.Sin mas, esperando que les guste y que les disguste lo escrito, les dejo con:


EL NEGRO NO PUEDE CON LOS COLORES


Estoy sentado en un banco del parque esperando el otoño. Son los instantes previos al inicio de la carrera. Las zapatillas me aprietan pero sorprendentemente los cordones están sueltos. Es como  si quisieran indicarme algo. Su presión hace que levante la cabeza y mire las copas de los arboles que me rodean.

No lo tengo claro pero hay algo extraño. Las hojas son de color negro. No son de verdad, son de plástico, como la fruta que adorna los centros de mesa de las casas donde escasea el espíritu.Están arriba, no caen, es como si fuesen inalcanzables para las personas que vivimos a ras de suelo. Unas pocas manos, que viven en lo mas alto, las cogen y se las llevan, después de no mostrar ningún disimulo, y de no tener consideración alguna.

Me voy a levantar pero un periódico me tumba tapándome la cara. Las noticias que nos inculcan no son nada buenas. Intento evitarlo pero una de sus numerosas paginas ciega mi vista. Mis ojos se tiñen con la imagen de unos señores ricos gracias al dinero de todos. Millones de euros, mas incluso que las hojas que el otoño nos regala, han sido robados con toda la impunidad.

Consigo apartar el brazo escrito de mi cuerpo, me aflojo los pies atándome las zapatillas e inicio la carrera. El negro no es mi color pero atrapa mi mente con ayuda de unas tarjetas de crédito. No me siento bien, y el sudor que recorre todo mi cuerpo no es debido al esfuerzo físico que estoy realizando. Es la rabia lo que brota por mis poros.

Siento como hundo el asfalto y las baldosas de la acera con mis pies. No puedo soportar mas injusticias que provocan que las paguen miles de inocentes por todo el mundo, siempre los mas débiles.

El suelo, de repente, se me ofrece duro. Ya no me sumerjo. Algo ha cambiado, estoy en el bosque, en donde siempre esta mi alma. El color negro y el plástico que lo envuelve poco a poco van diluyéndose y dejan paso a la claridad.

Atravieso un camino en donde las encinas me tienden una alfombra formada de bellotas, provocando que el verde atrape mis sentidos. A la vez, sin darme cuenta, me rodean los pinos y sus piñas, que me dan con el marrón en la cabeza. Me siento mucho mejor, tan bien que no noto como me abrazan los robles hasta que veo tatuado el amarillo de sus hojas en mi piel.

Castaños, alcornoques y demás amigos vegetales me lanzan dardos con los colores que me faltaban haciendo que mire al cielo al ver que el azul se me ha caído encima. Saltan las emociones y se olvidan los sinsabores, y veo a todos los que ya no están pero con los que estaré para siempre.

Empapado hasta los huesos por la felicidad que me proporciona una estación que se ha resistido a rescatarme me acuerdo de todas las que me quisieron y yo no pude querer, y de todas las personas que me quieren y no puedo querer, y me estremezco, y me asusto, y dudo, pero sabiendo que tengo lo que quiero, continuo.

No quiero regresar. Intento ir hacia atrás, retrasar mi llegada, pero no puedo frenar, y atisbo cada vez mas cercano el ruido de sus colmenas. No me importa. Estoy preparado para la batalla que tengo que librar, la lucha por la vida.

Han intentado someterme. Se han propuesto hacerme infeliz y que sea preso del desengaño y la mentira, pero una vez mas no han podido conseguirlo. He salido victorioso gracias al libre pensamiento de la naturaleza y sus colores, que como siempre me han hecho sentir bien.

Las tarjetas de crédito irán de unas manos a otras. Los malos seguirán cometiendo sus fechorías sin castigo alguno. Nos intentaran tener controlados y nos darán las migajas de sus lujosas comidas. Pero lo que nunca podrán conseguir aunque utilicen todas sus armas es acabar con mi LIBERTAD, con ese sentimiento que provoca que me sienta bien ver, toca y oler esos colores que no son ni blancos ni negros.