El Tío Prince... por Antonio Cabrero Díaz

Aquí estamos otra vez reclamando que cambien la estatua de Cascorro, héroe que preside el Rastro en la Latina y pongan la del Cholo Simeone. El milagro que consigue día a día este “obrero” del fútbol esta provocando que se fragmenten los cimientos de los todopoderosos que monopolizan este deporte. Lanza un mensaje que viene a decir que todos juntos, desde la humildad, podemos cambiar nuestra situación por muy mala que esta sea.

Un ejemplo de lucha y de unión son los 236 trabajador@s de coca cola de Fuenlabrada. Estos luchadores consiguieron vencer al gigante al no aceptar un ERE ilegal calificado nulo por el Tribunal Supremo y que les ha devuelto su puesto de trabajo.

Lamentablemente coca cola iberian partners (menudos compañeros) no cumple la ley y no ha reabierto la planta madrileña, la cual ha convertido en un almacén. Por este motivo los trabajadores continúan la batalla. Para esto es necesario el dinero. Qué mejor manera que un libro para conseguirlo. “SOMOS COCA COLA EN LUCHA”, es un libro autobiográfico que nos cuenta la pelea que han librado y libran estos currantes para que Goliat no se los coma.

COLABORA, POR 15 EUROS FACILITARÁS QUE SIGAN DANDO CAÑA.

Este que escribe, con su modesta aportación, apoya esta causa porque el que siembra recoge, y el que ayuda será ayudado. También estoy orgulloso de que un amigo, Carlos Franco (vaya apellido), más conocido como Charly Vargas, sea uno de los 236 que le ha echado huevos y ha peleado por él y, en cierta medida, por todos.

Sin más, esperando que les guste y les disguste lo escrito, y que colaboren con la causa, les dejo con:

EL “TÍO” PRINCE

Los artistas son personas como nosotros. Les diferencia el hecho de que cuentan con una habilidad que hace que gente de su misma especie sea feliz. Lo demás nos debe dar igual. Lo importante es que desarrollen su arte lo mejor que sepan o puedan, y que con esto nos hagan apreciar las cosas bonitas que tiene la vida y desarrollar nuestras capacidades mentales.

Hay grupos de música que asocias a amistades y, cómo no, a experiencias personales. Hay canciones que te deprimen o te animan, pero que en ambos casos te hacen sentir que estas vivo.

Cuando saltó la noticia de la muerte del genio de Mineapolis, rápido me vino a la mente mi colega Viti. Lo primero que evoqué es lo bien que lo pasaba y cuanto disfrutaba con la música de este mini genio, al cual llamaba el “tío” Prince.

También me vino a la memoria lo mucho que me reía de él. Uno es roquero y en ciertas épocas, cuando eres muy joven, los criterios son muy extremos. A mí me parecía un pasteleo y no podía dejar de llamar The Artist a Víctor cuando me hablaba de su obra y milagros. “Tú si que eres un artista”, le decía yo.

En la actualidad las cosas no han cambiado mucho. Si por azar conecto con radio 3, y ponen un grupo de estos que denominan indie moderno, tipo Sidonie, le mando un mensaje diciéndole que he ido a comprar huevos, y que como anda escaso de ellos, al igual que este tipo de grupos, le doy unos pocos.

Vivimos en unos tiempos en donde la gente te cuenta su vida como si a uno le interesase. La gente no tiene límite, y telegrafía desde sus relaciones íntimas hasta sus problemas personales, tirando por tierra el derecho al anonimato y la intimidad más profunda. Esto provoca que sean malos tiempos para la lírica, y, sobretodo, para el libre pensamiento, distanciándonos de los alternativo y diferente.

Por esta razón es digna de admiración la carrera de músicos como Prince o Bowie. Personas que han dejado a un lado el dinero, la fama, han plantado cara a las multinacionales, y han hecho lo que más les ha apetecido o gustado.

A mi entender, lo demás sobra, no es importante. Su vida privada no es lo que les ha hecho diferentes y geniales. La exclusividad se la ha proporcionado la cualidad de hacer feliz a la gente, y de conseguir que una simple canción provoque miles de sentimientos en personas que, como yo, admiramos la belleza.