Ganarse el puesto... por Antonio Cabrero Díaz

21.03.2014 00:00

 

Hola amiguitas y amiguitos de PB AGUJÚO, aquí estamos otra vez. Les recuerdo que los trabajadores de coca cola siguen en lucha. Entre ellos se encuentra mi amigo Charly “Vargas” (este no es su apellido pero le prefiero al auténtico), el cual acaba de tener su segundo hijo, Marcos (gracias por ponerle este nombre Inés). Este hecho (el de tener familia) a los dueños de la marca les importa una mierda, y continúan con su egoísta y nada solidaria idea de dejarlos en la puta calle. Es por este motivo principalmente por el que les pido que NO CONSUMAN NINGÚN PRODUCTO DE LA MARCA COCA COLA hasta que garanticen que no habrá despido alguno. Es mucho lo que esta en juego. Si pierden ellos perdemos todos.

Por otra parte nuestros representantes demuestran día a día que son el máximo exponente de lo que refleja la sociedad de nuestro país, en donde el robo y el asesinato son consentidos y valorados. Para muestra el alcalde de Burgos, al cual no voy a nombrar aquí, que ha decidido (por interés, que no por justicia y humanidad) retirar una exposición dedicada a Juan Yagüe, más conocido como “el carnicero de Badajoz” por matar a más de 4.000 personas.

Este es el país que tenemos, lleno de asesinos que son honrados, y de víctimas que son olvidadas y humilladas. Una vergüenza que nos hace quedar como lo que somos ante el resto de Europa, unos animales sin civilizar, a los que lo único que les interesa es el dinero.

Nuestros políticos en su quehacer cotidiano no nos paran de mentir. A través de sus medios de manipulación nos indican cual es el mejor camino que debemos seguir, a la vez que nos recuerdan que solo ellos pueden salvarnos ante cualquier problema que tengamos. Su última demostración de lo mucho que nos quieren y estiman es el anuncio de que nos van a bajar los impuestos.

Siempre tiene que haber alguien desconfiado y malpensado, y yo soy uno de ellos. No me creo que vayan a cesar de sangrarnos, e invito a todo aquel que pueda a que deje de pagar unos impuestos que distan mucho de ser justos, que no repercuten en mejorar nuestra calidad de vida, y que solo sirven para hacer más ricos a bancos, multinacionales, familiares y amigos de los que ostentan los órganos de poder.

Sin más, soñando que el miedo deje paso a la esperanza, y esperando que les guste, y que les disguste, les dejo con:

 

GANARSE EL PUESTO

 

Tomando unas cervezas en un bar de rock and roll, hablando con un colega, puse mi atención en la frase que da nombre a este escrito. Nunca había caído en ella, nunca me había planteado que era eso de “ganarse el puesto”.

Días más tarde conversando con una compañera de trabajo volvió a relucir la curiosa frasecita. Era la segunda vez en poco tiempo que la oía, o quizás era la primera vez que de verdad me paraba a escucharla.

Cuando uno se plantea un modo de vivir no deja mucho espacio en su escala de valores para que el trabajo ocupe un lugar importante. El tener que desempeñar una labor por obligación no es aceptado de buen grado por los que pensamos que si el mundo fuese racional no haría falta trabajar.

La vida es tan corta que es absurdo perderla trabajando. El sistema esta diseñado de tal manera que no nos deja otra opción. Nos crea obligaciones que nos permiten poca diversión y disfrute.

Desde mi punto de vista el trabajo es un arma de la que se sirven aquellos que nos dirigen para aumentar más y más su riqueza. Nosotros dentro de esta cadena somos, sin ninguna duda, el último eslabón por mucho que nuestras pequeñas posesiones nos hagan pensar lo contrario.

Hay personas que se enfadan conmigo cuando expongo estos argumentos. No respetan mi opinión, y me consideran un ser nada recomendable. Al mismo tiempo, ellos, debido a que su jornada laboral les hace trabajar sin descanso, se creen con la autoridad moral suficiente como para desacreditar mis ideas.

A día de hoy no he encontrado la forma de vivir sin trabajar, de una manera legal por supuesto. Por otra parte tengo claro que solo hay una cosa peor que trabajar y es estar en el paro. Pero estoy en mi derecho de aspirar a llevar una vida plena de autonomía y libre de imposiciones.

Hay compañeros que tampoco les agrada el que yo diga que no me gustan los profesores (pertenezco al gremio), y que nunca me han gustado. Me han parecido siempre trabajadores que se han creído algo especial, mejores que el resto, como si pertenecieran a una casta superior.

El hecho de generalizar conlleva ser injusto, y tengo reconocer que dentro de este colectivo también hay profesionales de la educación y de la enseñanza que son personas normales, humildes, y de buen corazón.

Ante tales razonamientos, alguno, o mejor dicho alguna, me contesta que no sabe porque digo esto puesto que yo también soy profesor. Yo les suelo responder que por encima de cualquier encasillamiento soy Antonio, hijo de la Antonio y de José, un ser humano (hoy no voy a decir lo de ciudadano del mundo), y que, debido a que formo parte de una sociedad capitalista, me veo en la obligación de desempeñar un trabajo, y ese es el de profesor.

El hecho de dar clase es la manera que tengo de ganarme la vida. Es un instrumento, el que yo elegí, y el que menos me disgustaba, para desenvolverme en el mundo laboral. Esto no quita para que yo no me sienta nada especial, ni sienta que pertenezco a un grupo o clan determinado que me haga ser mejor que los demás.

Aunque mi trabajo lo realizo por obligación debo reconocer que he tenido la inmensa fortuna de poder hacer aquello para lo que me he preparado y que es lo que más me gusta, y que según están las cosas (gran frase) además está bien remunerado.

Es por este motivo por lo que jamás me he planteado el hecho de ganarme el puesto. Yo hago lo mismo que en mi vida cotidiana, ir de frente, cumplir con mis horarios, hacer mi tarea lo mejor que se, y, por supuesto, ayudar a todo el que puedo, y aún más si cabe a quien más lo necesita.

Todo lo que se sale de estos conceptos básicos y personales no entra dentro de mi manera de ser y actuar. No se lo que es hacer la pelota, reír cuando no tengo ganas, o hacer cosas que estén fuera de la legalidad laboral y humana, y que perjudiquen al resto de compañeros.

Jamás he desempeñado tareas “extraordinarias” para ganarme el puesto. Mis armas siempre han sido, y son, la honradez y el esfuerzo, cosas estas que la mayoría de las veces no han servido para mucho de cara a estar mejor en la empresa.

El trabajo, el progreso, el crecimiento, son sustantivos que están fuera de mi mente. En mi cabeza solo hay sitio para las cosas que a mí merecen la pena, cosas que no cuestan dinero y dan muchas satisfacciones.

No tengo grandes posesiones, ni un cargo importante, ni grandes bienes materiales, aunque respeto mucho a la gente que aspira a todo esto. Yo prefiero la nada, el menos es más, e ir aumentando poco a poco esa cosa tan bonita que se llama libertad.

Un Ferrari esta muy bien, una casa de lujo de esas que salen en la tele estaría mucho mejor, y tener millones de euros en la cuenta una pasada. Pero yo no ando tan mal. Tengo salud, puedo entrenar, como todos los días, y muchas veces, diferentes alimentos de muchos colores, escucho música, voy al cine, echo un ratito con unos u otros, tomo cañitas, y cuando creo conveniente me quedo a solas conmigo mismo.

Son posturas distintas, yo he escogido la mía, que no es mejor ni peor, es la que a mi me gusta, esa forma, esa manera de vivir, en la cual la gente te llama por tu nombre.