Hace falta calor... por Antonio Cabrero Díaz

09.09.2016 16:11
 

Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujúo. 

Aquí estamos otra vez preguntándonos que se le pasará por la cabeza a la gente para votar a un partido como el PP. Ya sabemos que todos los partidos políticos son iguales, y los de Unidos Podemos los peores, pero desde mi humilde punto de vista estos neoliberales se llevan la palma.

El tipo de gafas, que parece tonto pero no lo es, no se cansa de mentir, mientras la disciplina de partido impide que nadie del mismo pueda denunciar que están de corrupción hasta las trancas. Los adláteres, tipo Rafael Hernando, el cual representa el papel de broncas a la perfección, ríen las gracias y provocan al personal sin que paguen ningún precio por ello.

Qué habrá pensado la gente del enésimo enchufe (se nos han olvidado Trillo, Mato, Wert) de José Manuel Soria. Igual millones de  “imbéciles” creerán que el ex ministro optaba a una plaza en el Banco Mundial por su condición de funcionario, y que renunció a ella por ética y no por el impacto mediático en su contra (yo también participé en la campaña de Chang.org) que provocó dicha designación.

A mí me hubiera parecido bien. Justo premio a un chorizo mentiroso, y esto lo dice uno que no se considera “imbécil”. En el BM no hay más que ladrones, y por este motivo creo que este defraudador, dadas sus cualidades de mentiroso y ladrón, hubiera hecho un buen papel, representando lo que es España y los españoles, un país de rateros en donde pocos se escapan.

Sin más, esperando que les guste y les disguste lo escrito, les dejo con:

 

 

¡HACE FALTA CALOR!

 

 

El fin de semana pasado decidí no ver a nadie. Estoy un poco hasta las narices de alternar. Nunca pensé que me iba a cansar de tomar cañas y pinchos. Los fines de semana de julio y agosto en Pedro Bernardo, Ávila, han provocado esta sensación de hartazgo, como también me lo produce que las diferentes asociaciones con las que cuenta esta villa organicen un montón de actividades culturales y deportivas mientras el ayuntamiento está cerrado por vacaciones.

Estamos en septiembre pero parece la última semana de julio. Tengo calor, pero esto es normal en una persona a la que le arden las entrañas. En mis planes no entran la política nacional y la rutina de la vida de la gente que me rodea, lo cual me produce verdadero sofoco.

Es sábado y vengo de dejar a mi padre en la estación de Chamartín. En Santander seguro que va a estar más fresquito. En el trayecto de vuelta mi primo me comenta que el tema de la Memoria Histórica hay que olvidarlo. Me callo y decido no entrar. A los pocos segundos suelto todo tipo de argumentos de carácter humanitario. Da igual, lo importante no son las personas es el dinero inmediato que nos proporciona pequeñas cosas que nos dan una felicidad efímera pero muy efectiva.

Después de estar un rato con mi pariente bajo a ver a su hermana, mi prima, la cual me agasaja con buenas viandas y cerveza fresca. Está de acuerdo conmigo en muchas cosas. Creo que piensa como yo. Sus palabras rápido marcan la diferencia. Dice que los de Podemos no son pobres. Para repartir la riqueza no hace falta ser pobre o rico, lo único que es necesario es ser honrado y buena persona.

Me echo a la calle al filo de la medianoche. Para no querer ver a nadie llevo todo el día por ahí. Enchufo la música y unos acordes me hacen vibrar. Leño dice que mientras tanto seguiremos esperando, que es la noche de que te hablé, y que es una mierda este Madrid que ni las ratas pueden vivir. Más de treinta años y estas canciones de protesta social siguen de vigente actualidad.

Llego a Aluche. Hace mucho calor. Las calles están sucias, igual que antes de Manuela o más. Las empresas de basuras les han tomado el pelo, cobran más y limpian menos. Los nuestros están en las instituciones, ¿dónde está la protesta de la calle?, hasta eso se han cargado los que echan leña al fuego dentro de este sistema capitalista dañino y destructivo.

Empieza la semana una vez pasado un domingo de auténtica soledad. Me levanto y noto como el calor penetra por todos los poros de mi cuerpo. Miro al cielo y siento que todos, sobre todo los más humildes, vamos a morir como chinches.

La mezcla de colores, negros y grises, que nublan nuestras mentes, hacen que pierda la esperanza de que haya un futuro mejor. Y todavía ves en la televisión, con chorretones de sudor recorriéndote en rostro, a los que gobiernan en funciones diciéndonos que hace falta calor, y entonces piensas de manera instantánea que tienes que ir a la escuela de valor.