La cena de los idiotas... por Antonio Cabrero Díaz

23.12.2015 21:13

Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujúo.

Aquí estamos otra vez, sin tener en cuenta la cantidad de golfos y gilipollas que nos rodean, para intentar aliviarles durante unos instantes de la estupidez que nos invade, o para sacar de sus casillas a aquel o aquella que se cree el cuento de la vida perfecta  que nos presentan en cada telediario.

Sigo sin comprender por qué la gente no vea las cosas como yo. Parece tan claro lo que sucede que es inevitable que mi cuerpo se estremezca de rabia ante la ceguera y pasividad que demuestran los que me rodean.

El sentido de las cosas tiene un gran protagonismo en las redes sociales, pero ninguno en las mentes individuales. La filosofía está prohibida y es sustituida por la religión y el capitalismo. Malos tiempos para el rock duro, si alguna vez fueron buenos.

Sin más, esperando que les guste y que les disguste lo escrito, les dejo con:

 

NAVIDAD: LA CENA DE LOS IDIOTAS

 

Suena el timbre al fin. Se acaba el colegio. Sin mirar atrás salgo corriendo. Hay un acto de empresa en donde la dueña de la misma obsequia con un regalo a sus empleados. Yo no lo quiero. Si lo aceptase daría a entender que estoy contento con el trato recibido.

Llego al gimnasio, en donde hay más gente que de costumbre, y pienso, mientras levanto peso, en lo que viene. Generaciones de niños disfrazados de Papa Noel caminan guiados por una cultura imperialista. El futuro está asegurado para los que fabrican clones. El dinero está asegurado para los que lo tienen todo.

Las vacaciones que me dan se deben a unas fiestas religiosas. Vivo en un país en el cual la iglesia católica marca el calendario. Eso de estado aconfesional deber ser un término que viene del chino. A lo mejor proviene del alemán. Idioma este que decide nuestro bienestar.

Un tal Munilla, que es obispo pero no caballero yedai, ha dicho que el resultado de las elecciones pasadas muestra que España es un país enfermo. Estoy de acuerdo con este tipo. Por una vez no pienso que se deberían callar aquellos que llevan sotana y que se meten donde no les llaman.

Hay que estar muy enfermo para dar nuestra confianza a aquellos que nos roban y nos van haciendo esclavos poco a poco. Hay que ser un idiota para dejar tu futuro en manos de a quien solo le interesa el bien personal y el de unos pocos, en vez del tuyo.

No hay problemas realmente. Ahora se vive mejor que antes. En la Edad Media la carga impositiva era mayor. En la actualidad el que tiene pareja no tiene que cedérsela al señor feudal. Tarde o temprano se llegará a esto también, es cuestión de que cambie la ley.

Hay luces en las calles que iluminan tan fuerte que tapan los colores de la realidad. Hay regalos que dentro no contiene nada. Hay sonrisas y buenas palabras que salen por las bocas de personas como una descarga de metralleta. Hacen mucho más daño que las balas pues están vacías de sinceridad.

Hasta los que se creen alternativos lanzan mensajes para el año nuevo. No llevan adjetivos que delaten que están dentro del sistema pero se les ve el plumero de la uniformidad. Las fiestas navideñas no dejan títere con cabeza y hacen caer al más pintado, aunque sea un sioux.

Lo único que hago y me convierte en un ser navideño es beber como los peces en el río. Bebo y vuelvo a beber pero no para ver  a ningún dios nacer, sino para olvidar que un día nací. Son dos conceptos distintos. Es como el amigo invisible. El día que alguien organice el no amigo invisible no tendré reparo en participar con un bonito no regalo.

He tenido suerte. Dentro de toda esta normalidad mi familia es de lo más normal. Los cumpleaños no los celebramos, así como demás fiestas de guardar. Estas no son una excepción y nos importan una mierda. Respetamos a aquellos que tienen una creencia religiosa y las festejan con fervor. Hecho este que no comparte la mayoría de consumidores de turrón.

Me imagino todas esas cenas. Me viene a la mente la película, “la cena de los idiotas”. Todos reunidos alrededor de una mesa. Todos hablando y comiendo por obligación. Todos criticándose entre sí a toro pasado. Todos compartiendo algo en común, el no tener nada. Todos celebrando la navidad siendo ateos. Todos orgullosos de ser como son. Todos mirando mal a los que pasamos de todo. Todos juntos de la mano caminando al encuentro del señor, del señor del dinero.