La ciudad silenciosa... por Emi Villanueva

27.09.2016 10:04

Cinco de septiembre del dos mil veinte. La gran pantalla del local atrae la atención del público que lo llena. Todos quieren ver y conocer la trama comenzada casi dos años antes. Las voces se apagan. Un silencio expectante domina el lugar a medida que avanza la historia.

   …El solitario automóvil con matrícula extranjera, rueda despacio. Aun así levanta un ligero chapoteo apenas audible si no fuera porque el eco lo aumenta y expande. Mientras la lluvia riega sus calles la ciudad parece dormida, aunque el único ocupante del vehículo apenas se fija. Mantiene la atención en el luminoso con la palabra “Hotel” que ve a lo lejos. Piensa en la suerte que ha tenido al encontrar esa ciudad, ni siquiera la vio en el mapa. Se siente cansado del largo viaje y no puede seguir conduciendo. Está tan agotado que ignora el oscuro y desolador silencio existente. Aparca el auto delante del hotel y sale casi arrastras del vehículo. Mientras se acerca a la entrada, el agua le salpica y despiertan los abotargados sentidos. El edificio tiene las luces apagadas, solo el cartel de neón permanece encendido iluminando apenas la puerta que está cerrada. Para su desesperación no hay timbre ni aldaba. Llama golpeando con el puño y espera mientras la lluvia arrecia, nadie responde. Vuelve a golpear con insistencia, inútil, ni una luz que presagie la presencia de alguien. Mira su reloj y comprueba que son las diez de la noche. Está empapado y la desesperanza se adueña de él. Por más que observa el entorno, no ve absolutamente nada. Al pasar con el auto le viene a la memoria el vago recuerdo de la calle llena de edificios, pero ahora que están los faros apagados, la oscuridad se ha hecho dueña del lugar. El aguacero le cala hasta los huesos, el desasosiego atenaza su pecho. Rendido, entra en el coche, cruza los brazos sobre el volante y la cabeza cae en ellos ocultando el rostro. Con los ojos cerrados permanece semi-inconsciente durante varios minutos. Algo recuperado estira la muñeca derecha y pone el motor en marcha. Enciende los faros, se incorpora y levanta la vista para arrancar. ¡Imposible! Una densa niebla oculta el camino. Se cubre la cara con las manos en un acto de desesperación, y recuerda que esa misma niebla le hizo parar justo antes de ver la ciudad. Resignado decide acomodarse para una larga espera. Al descubrir su cara, exclama: -¡No puede ser! ¡El cielo está totalmente despejado y la Ciudad… la Ciudad ha desaparecido!-  Se encuentra en el mismo lugar donde la niebla surgió por primera vez.

   -¡¡¡Corten!!! Toma válida. Por fin acabamos el rodaje –El director se acerca al protagonista y palmea su hombro –Felicidades, has estado genial.- Acto seguido se dirige a todo el elenco:

  - ¡Vamos! Os invito a tomar unas copas para celebrarlo.

   Entre trago y trago comenta que en unos meses la película quedará montada.

   -Tenemos tiempo- aclara satisfecho. -Esperemos que la historia guste y la crítica sea favorable.- Levanta la copa para brindar, y anuncia: -Después de dos años, por fin el estreno será el cinco de septiembre.