La salud No debe importar tanto... por Antonio Cabrero Díaz

05.09.2014 00:00

Después de haber comido una ensalada de lechuga con un nombre raro, acompañada por un poco de pasta y una porción de atún del norte (todo ello muy saludable) les voy a hablar de las verdades, mentiras, y realidades de nuestra querida y añorada (cuando falta) SALUD.

Es obvio que todas aquellas personas que tienen unos hábitos de vida saludables, buena dieta (si es mediterránea mejor), practican ejercicio físico, y tienen buena salud mental, son candidatos a no caer enfermos y mantener un cuerpo sano que les asegure una vida mejor y más duradera.

Esto no quita para que no olvidemos que el ser humano es mortal. Es decir que nacemos, vivimos y morimos. Está demostrado que nadie se va a quedar a vivir en la tierra de una manera eterna.

Estoy harto de escuchar a médicos, iluminados y demás gurús del culto al cuerpo, lo que le viene bien o mal a este. Que si tal alimento previene tal enfermedad, que si tal ejercicio nos cura esto y lo otro, y que tal o cual forma de creencia nos proporciona una paz interior que nos hace sentir mejor.

Todas estas afirmaciones están basadas en experimentos científicos y espirituales. En lo que se refiere a los primeros, los resultados que se obtienen después de haber martirizado a algún animal, no son del todo ciertos, y sí basados en porcentajes. En lo que se refiere a las segundas, todo se fundamenta en creencias personales, cuyos análisis y resultados son parciales y nada objetivos.

No debemos olvidar nunca que el negocio de la salud mueve mucho dinero. Es por este motivo que un tipo de alimentos (el aceite de oliva y el pescado azul) que durante diferentes épocas se catalogaban como perjudiciales ahora se dice de ellos que son muy recomendables para llevar una vida sana.

Según suben las acciones de la multinacional de turno un producto puede pasar de ser inmejorable a ser lo peor, y un medicamento de ser salvador a ser letal y destructivo.

La mayoría de productos alimenticios y sanitarios están pensados para las personas que viven en los países desarrollados como el nuestro, y cuyo principal objetivo es venderlos a toda costa, dejando por otra parte que las personas de los países pobres se mueran de hambre y de enfermedades tan inanes para nosotros como la malaria.

Estoy cansado de ver que gente que lleva una vida sana cae enferma y muere de aquello que era impensable que pudieran enfermar y morir. Dando igual si comían verdura, pan integral o si hacían deporte o posiciones de animales en meditación.

Esto es la realidad que nos ocultan para que nos obsesionemos y seamos esclavos de sus ofertas y negocios. La única verdad es que todos vamos a morir, antes o después, más guapos o más feos.

Es por esta razón que a aquellos que les gusten cosas calificadas como perniciosas para su bienestar corporal deben tomarlas sin ningún remordimiento y con mucha satisfacción.

Lo que a continuación van a leer igual no es muy propio de una persona que día a día intenta inculcar a las jóvenes generaciones hábitos de vida saludables, pero es lo que realmente siento, y es lo que creo que debe compartir con ustedes.

Si a ustedes les gusta fumar pues fumen. Si les gustan los callos y la oreja pues no se corten y cómanlos. Si les apetece una caña o más pues bébanlas sin ningún miramiento. Y si no les gusta nada el ejercicio y sudar como un reo perseguido por la justicia pues quédense en su sillón tranquilamente.

Siguiendo todas estas pautas, los que hacen aquello que les apetece y gusta, es posible que vivan muchos menos años que los que comen tortas integrales, zumo de algas, y que hacen un ejercicio intenso de más de dos horas todos los días.

Los que siguen a rajatabla los dictados de la cultura obsesiva por el cuidado del cuerpo tendrán (o no) una larga vida. Las que no siguen más pauta que sus inquietudes y sus instintos más primitivos tendrán (o no) una vida más corta. En ambos casos, los dos tipos de peatones morirán de una manera segura, unos con un cuerpo más en forma y bonito, y otros con un cuerpo menos atractivo y elegante, pero con una sonrisa en la cara que se les habrá quedado de haber disfrutado de todo lo que les gustaba.

Por todo lo que he escrito y por lo que pienso es por lo que me atrevo a decir que la SALUD es principal, pero que no debe ser tan importante como para esclavizar nuestras, ya de por si esclavas, vidas.