La tranquilidad del jeta... por Antonio Cabrero Díaz

29.07.2016 15:57

Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujúo.

Aquí estamos otra vez para agradecer a la asociación Siempreviva de Pedro Bernardo, Ávila, el hecho de traernos al grupo de blues Red House, para que nos deleitasen con su talento. Esta asociación ofrece un amplio abanico de actividades culturales a lo largo del año. Sin su existencia quedaría al descubierto la dejadez del consistorio de dicho pueblo.

¿Cuándo van hacer algo los representantes políticos de estos paisanos sin que haya ningún club, asociación, o peña de por medio?

A nivel nacional pasa tres cuartos de lo mismo. El candidato del partido ganador de las últimas elecciones, actual presidente en funciones, Mariano Rajoy, pretende gobernar por su cara bonita, sin ofrecer nada a cambio.

¿Habrá terceras elecciones?, no me extrañaría que nadie acudiese entonces a votar. No por desidia, sino porque la gente esta tan ocupada matando pokemons que no tiene tiempo para pensar, y menos para darse cuenta del deterioro de la sanidad y demás servicios públicos que se están cargando a marchas forzadas y a la chita callando.

Tengo que hacer una mención especial a Teresa, Telesilla, que se va a atrever a correr un maratón alpino. Desde el Agujúo, aunque no recomendamos estos deportes y pruebas extremas que se han puesto de moda últimamente, le mostramos nuestra admiración por el reto y nuestro más sincero apoyo.

Sin más, esperando que les guste y les disguste lo escrito, les dejo con:

 

 

LA TRANQUILIDAD DEL JETA

 

 

El jeta nunca se arranca el primero. Hay hombres y mujeres que no muestran rasguño o herida en su piel. Nunca han mantenido un forcejeo por pagar la primera ronda en un grupo que este alternando. El jeta lo normal es que se quede sentado esperando hasta que sea el último en invitar.

Hay unas normas de honradez no escritas a la hora de alternar. La principal, y sagrada, es la que indica que si te reúnes con más personas que tú, y estos te invitan, tú debes ser legal e invitarles a ellos.

Si por alguna razón el individuo que va de cañas no tiene dinero o no quiere gastárselo tiene dos opciones. La primera, y más elemental, es no salir de cañas. La segunda, y no menos elemental, es pedir para él solo, o estar en la corrobla sin beber o aceptar ofrecimiento alguno.

Yo debo ser muy raro. Cuando estoy con la panda, seamos cinco o veinticinco, hasta que no pago una ronda no estoy tranquilo. Lo suelo hacer lo antes posible para quitarme el peso de encima de que piensen que soy un “arrimao” gorrón. Como bien dice mi padre, “el que paga descansa”, y “el que siembra recoge”.

El jeta, por lo que he podido observar, y observo, no tiene ningún problema. Llega tranquilamente al grupo, se arrima, se acomoda, y espera con parsimonia angelical a que el resto del grupo le vaya sirviendo un botellín tras otro.

Hay otra norma sagrada que no cumplen estos caraduras, es la de que cuando uno viene pregunta si pide para él o para todos. Ahora, es mejor no preguntar no vayan a decir que si y tengan que pagar una ronda de más de tres euros, incluso de diez, y, ¡oh! Horror, de quince o veinte.

Entiendo que algunos de estos sinvergüenzas se puedan despistar o decir que no van a estar pendientes de cuando les toca, como tampoco se dan cuenta los que van con pareja de que son dos. Si ella toma las mismas que él, y él varón solo paga una ronda, querido jeta, ¡son dos! La matemática de la generosidad no falla y la del despiste no cuela. Puras artimañas de camuflaje y escaqueo.

Otra características que tiene el gorrón es la de acusar a otro. Suele criticar al que tiene la fama en el grupo de “agarrao”, incluso le insulta con inquina, con el objetivo de desviar la atención. Intento fallido querido destripaterrones.

Los profesionales del arte de la parranda son muy difíciles de engañar, por muy borrachos que estén y por muchas tonterías que digan, saben perfectamente quien se ha ido sin pagar, y quien espera siempre a pagar el último, cuando quedan apenas tres personas, para pagar menos.

Hace muchos años que en estas lides no llamo la atención a nadie. Esto supondría perder mi tiempo y energía con sujetos que no se lo merecen. La postura que tomo habitualmente ante esta situación es la de juntarme con los jetas lo menos posible, por muy “amigos” que estos se crean.

La vida es muy complicada y muy corta para aguantar “listos” y “listas”. Me ponen nervioso y me hacer estar incómodo. Pero creo que nada comparable, si tienen conciencia, a lo que puedan sentir ellos si se dan cuenta de la indiferencia con la que les obsequian los demás.