Las ardillas son más listas... por Antonio Cabrero Díaz
Hola amiguitas y amiguitos de PB AGUJÚO aquí estamos otra vez. Hoy les voy a hablar de una especie de las más numerosas que pueblan nuestro planeta después de las moscas, los bobos.
Cuando lean esta columna tengan en cuenta que la escribo después del fin de semana, y dispongo de un día, concretamente el martes, para redactarlo, pasarlo al ordenador y mandárselo a nuestro “Her direktor”, Albertillo.
Con esto les quiero advertir que la plenitud de condiciones brilla por su ausencia, lo que provoca alguna falta de ortografía y mala expresión que en un estado normal no tendrían lugar. Y es que como dice la canción, soy un hombre enfermo y la resaca es mi enfermedad.
También aprovecho para recomendar la sección, “El Diván del Poeta”, en donde cada semana aparece una poesía sencilla y popular de algún autor conocido. El objetivo es que nuestros lectores se aficionen a ella, lo cual es muy necesario para cultivar el alma y la mente, y poder combatir así la mediocridad cultural a la que nos quieren condenar.
Sin más, soñando que el miedo deje paso a la esperanza, y esperando que les guste, y que les disguste, les dejo con:
LAS ARDILLAS SON MÁS LISTAS
A Abel, buena gente que camina, y excelente maestro, el cual ha sido despedido de su trabajo como maestro porque a los políticos de Castilla La Mancha les ha parecido un pérdida de dinero el que sus alumnos tengan una educación de calidad.
A Dori, la madre del director de la próxima película que se rodará en Pedro Bernardo, buenísima gente que camina, y a la cual siempre he tenido un aprecio especial.
Hace muchos años que no veo telediarios, ni siquiera sus presentadoras, las cuales están cada vez más estilizadas y mejor proporcionadas, atraen mi atención. Detrás de todo el decorado digital y las bellas figuras que lo componen se esconde una ausencia de objetividad y un elevado menosprecio a la verdad.
La noticia estelar difundida la semana pasada fue la huelga de educación, hecho el previo análisis de gastos e inversiones y futuros beneficios.
De un tiempo a esta parte también he decidido no enzarzarme en discusiones dialécticas de ningún tipo con personas que son de mi misma condición social porque no me llevan a ninguna conclusión y suelen alterarme demasiado.
Según me dicen el hecho de que me soliviante tanto es que aguanto muy poco, y que rápido salto ante cualquier opinión contraria a la mía (de ahí lo del carácter fuerte supongo).
Estamos en un país donde la gente oprimida defiende a quienes les oprimen, a la vez que atacan e insultan al que denuncia los desmanes del opresor. Es decir estamos en un país de BOBOS, porque como muy bien dijo Alberto, en una tertulia de hace tiempo, hay que ser muy tonto para defender a quien te putea.
La huelga de educación comenzó el martes pasado, y pude comprobar como algunos profesionales de la enseñanza se buscan mil excusas y se esconden en la inutilidad de las protestas para no luchar por su futuro y el de sus hijos.
Un buen amigo, que en otro tiempo consideraba que realmente era dios y tenía superpoderes, inicio mi calentamiento cerebral alegando cien y una estupideces para justificar el hecho de no secundar la huelga del 24 O. Una excusa por aquí, una por allá, una ataque dialéctico más acá y yo entrando al trapo sin entrar. Guardé la compostura, no le mande a la mierda, y me fui para mi casa aplicando la norma auto impuesta de no polemizar con mis semejantes de clase.
La cabra tira al monte, y no se como lo hacen, pero al final los bobos (y con esto no quiero decir que mi amigo lo sea) consiguen sacarme de mis casillas, y viendo como empecé la semana tarde o temprano el estallido tendría que llegar.
El jueves, día del paro laboral reivindicativo, me levanté temprano para comprar un poco de fruta. Iba tranquilo y feliz, por ser coherente conmigo y con mis ideas, hacia el mercado. Cuando llegué al puesto estaba Antonio, el tendero habitual, y el jefe de esa frutería y alguna más. Con ambos me llevo perfectamente, por eso voy allí como es lógico, pero teniendo claro que cada uno debe estar en su sitio.
El dueño me saludo cordialmente y me pregunto que hacia un día laborable comprando en su tienda. Yo le contesté que estaba de huelga, a lo que me respondió con una risita, “ja”. A la cual repliqué, “ja, ¿qué?”. La cosa como pueden imaginarse no comenzaba bien, pues una simple mueca y una interjección irónica me habían puesto a cien.
El discurso de mi interlocutor era el mismo que el de la Secretaria de Estado, la cual había dicho que los profesores son unos jetas que lo único que les importa es el dinero. Ella como todos sabemos no ha trabajado en su vida,y ha ido escalando de forma sibilina, como todo buen político, dentro de su partido hasta llegar a un cargo de prestigio y bien remunerado, eso si todo con el único fin de dedicarse a la vida pública por su desbordado interés en mejorar las condiciones de vida del ciudadano.
El frutero termino diciéndome que la culpa era de Zapatero, y que los chicos de ahora son muy vagos, y no se merecen ningún tipo de beca, sólo los más listos, a lo que añadió que los sindicatos son nada menos que grupos terroristas.
Mantuve el tipo, le dije que no sabía de lo que estaba hablando, que se leyera la ley, y que yo no era socialista ni nada, solo hijo de la Antonia. Le hice ver que aunque solo fuera por defender a su familia, dado que su hijo es profesor de la pública, debería estar de acuerdo conmigo en que Wert esta siendo el peor ministro de nuestra historia.
¡Pues no!, erre que erre, continuaba defendiendo al gobierno, a los ministros, y al rey. Pero queridos amigos, ¿se puede ser más BOBO?, tienes un negocio de pequeño comercio que se lo están cepillando, tu futura pensión se la están comiendo, tu hijo es maestro, te crujen a impuestos como autónomo que eres, y tú con dos cojones les defiendes, perdona que te diga pero tú eres MUY TONTO (esto evidentemente lo pensé no se lo dije).
En vista del devenir de la conversación le indiqué que yo no estaba allí para discutir y sí para que me vendiera fruta. Cogí mi compra y me fui bastante cabreado, lo suficiente para no saber ni lo que había comprado, ni lo que me había cobrado, ni nada de nada.
Una vez colocada la compra me puse mis zapatillas y me fui donde siempre esta mi alma, al bosque. Corriendo iba dándole vueltas al asunto hasta que mi mente me alertó de que me estaba perdiendo el espectáculo del otoño y sus colores.
Mis cinco sentidos comenzaron a funcionar, mi cerebro a olvidar y mi cuerpo a disfrutar. Vi una ardilla a lo lejos royendo una bellota y charlando con dos pájaros. Como tengo buen oído escuché que discutían por ver hasta donde llegaba el territorio de cada uno.
A medida que me iba acercando el ruido iba delatando mis pasos, el crujir de ramas y agujúos hizo que cada cual se refugiara en el primer árbol que encontró. Pasé de largo y ellos respiraron, volvieron a su espacio natural y aprendieron una breve pero importante lección.
Entendieron que en vez de discutir para ver quien se queda con las migajas debían unirse y recuperar todo aquello que un día fue suyo y que el hombre les había arrebatado. Gran ejemplo de sabiduría el de estos animales del cual deberían tomar nota algunos humanos, que son tan bobos que no son capaces de ver más allá de la persona que tienen al lado y no ver como el horizonte cada vez es más pequeño porque poco a poco se lo están robando.