Me hago viejo pero me da igual... por Antonio Cabrero Díaz

21.11.2014 00:00

Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujuo, aquí estamos otra vez.

El artículo de la semana pasada, "golfos y gilipollas", le pareció muy interesante a un montón de gente, entre ellos a mi amigo Viti. Esto demuestra que cada persona es un mundo con un gusto diferente. Característica esta que no aprovechamos para enriquecernos y enriquecer a los demás, pero que poco a poco se va apoderando de un mayor numero de personas que creen que hay que luchar por el mundo y no por unos pocos.
Hoy no les voy a escribir sobre ningún político caradura, como por ejemplo Monago, que sigue erre que erre mintiendo, o Ibarra, que después de estar mas de veinte años llevándoselo muerto en Extremadura no tiene ningún reparo a la hora de dar lecciones de honradez allí por donde pasa.
Voy a hablarles acerca del transeúnte y su absurdo pánico a envejecer. Tema este que espero que les guste y, como no, que les disguste.
Sin mas, les dejo con:

ME HAGO VIEJO PERO ME DA IGUAL


Tengo que reconocer que aunque vaya en pantalón corto en verano, y lleve chándal en invierno me estoy haciendo mayor. Este es un tema que nunca me ha preocupado, ni de joven, y menos aun de viejo. Creo que según los criterios de la sociedad moderna estoy dentro del núcleo de población de los denominados "maduros", que no es lo mismo que ser viejo.
La gente se agobia cuando llega a los treinta, y les da un poco de vértigo comprobar que se le esta terminando su juventud. Es en ese instante, según el INE (un instituto de esos) cuando se pasa de joven a adulto. Un tremendo trauma el ver que las arrugas aparecen por nuestro cuerpo como consecuencia del desgaste celular, y comprobar que las resacas se recuperan peor que cuando se tienen veinte años. 
El colmo de lo malo sucede cuando se alcanzan los cuarenta. Cifra esta que lleva a muchos a hacer cosas que nunca habían hecho antes. Se ponen a dieta, hacen deporte sin conocimiento, buscan un amor que les devuelva la juventud perdida, o realizan actividades, como subir en globo, para que les mantengan lo mas alejados posible de la decrepitud.
A los cincuenta se puede mantener el tipo pero hay que reconocer que es muy complicado. Uno se mira al espejo y ve como el pelo (si lo tiene en caso de ser hombre) se le vuelve blanco, y aprecia que el cuerpo se destensa y se acerca a la laxitud que puede tener una morcilla colgada de un palo para secar. Ni siquiera hacer paracaidismo consigue convencer del todo al interesado en no envejecer de que lo esta consiguiendo.
Los sesenta por muchos adelantos que se hayan alcanzado confirman que estamos cerca de formar parte de aquello que se denomina la tercera edad, título este que no acabo de entender muy bien. ¿Se utiliza para no herir los sentimientos de los viejos de toda la vida?
A partir de aquí el ser urbano se convence de que la química farmacéutica, los movimientos sincronizados y la comida de herbolario no han obrado el milagro, y que aunque tengan una salud de hierro no dejan de ser personas que están mas cerca del final que del principio.
La ley natural de la vida se nos ha olvidado. Nacer, crecer, y morir. Debido a la cantidad de dinero que hay en juego, se ha sustituido por nacer, vivir y gastar. Y es que por si alguien no se ha enterado el ser humano no es distinto a los demás seres que habitan el planeta. Lamentablemente tenemos los mismos órganos que los perros, gatos, o los monos, y pasado un tiempo dejan de funcionar igual que les pasa a ellos.
Si amigos, todos nos vamos a morir. Es triste pero es así. Aquí no va a quedar ni Dios (no entiendo porque se pone con mayúscula algo que no existe). Es mas, todos vamos envejecer, a arrugarnos y a estropearnos, pero hasta que esto llegue, o mientras esto sucede lo mejor que podemos hacer es pasarlo bien e intentar sufrir lo menos posible.
Tengo mucho a mi favor para no deprimirme por mi vejez. Nunca fui alto y tampoco guapo, y por este motivo el paso de tiempo no va a cambiar nada que no haya experimentado ya. La ropa me da igual, a la vez que las cosas que he hecho a lo largo de mi vida las he hecho porque he querido y no porque me lo indicaran los tiempos que organizan los que mandan.
Hay personas que no soportan el paso del tiempo y que sufren cuando ven que su cuerpo se deteriora. Este sentimiento de angustia es cada vez mas abundante dentro de nuestra sociedad debido a la influencia que ejercen los cánones de inmortalidad y belleza que nos inculcan de manera incesante los patrones del cuerpo perfecto.
Ante esta situación lo único que les puedo decir a todos aquellos que no quieren hacerse viejos es que, ¡es lo que hay! No hay solución que pueda arreglar esto, y que solo tenemos dos maneras de afrontarlo, asumiéndolo o no. Si optamos por la primera seremos mucho mas felices que si elegimos la segunda.
Me hago viejo pero me da igual. Calvo, encorvado, torcido como un alambre, y cada vez mas torpe seguiré luchando por un mundo mas justo, y disfrutando de las cosas que que me hacen sentir bien, sin acordarme de convencionalismos absurdos ideados para condicionar nuestra libertad. No hay edad para tomarse unas cañas, disfrutar de la cultura que nos quieren quitar, y escuchar una buena canción de rock, como la que dice, "viejo llévate el mejor recuerdo", y todo los demás son paparruchas mercantilistas de este mundo capitalista.