Mis verdades... Antonio Cabrero Díaz

23.12.2016 10:47

Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujúo.

Aquí  estamos otra vez sin figuras geométricas para que los lectores no se vuelvan locos. El artículo anterior venía a decir que dada lo corta que es la existencia lo mejor que podemos hacer es lo que queramos si nos es posible. Lo demás es buscarle tres pies a un gato que no deja de ser un ser, válgame la redundancia, atormentado.

La política es un tema que no deberíamos tratar. Estamos tan alejados de su verdad que todo lo que comentemos nos hará quedar como unos idiotas. Personalmente cada día lo tengo menos claro. Ya no sé quien es blanco o negro, o si por el contrario todo forma parte de un mismo color.

El rojo es el que ha escogido la marca de la vida para promocionarse. El increíble que un grupo de pequeños operarios de clase media, con el nombre de “coca cola en lucha”, haya podido hacer frente a un gigante que irremediablemente siempre gana la partida.

Este producto forma parte de un engranaje consumista denominado navidad. Podrían decirme que ya que reniego tanto de estas fiestas debería negarme a coger vacaciones del día 22 de diciembre al 9 de enero. No estaría mal como señal de protesta, pero no sería muy español, lo que podría acarrearme multas y malas caras.

Sin más, esperando que les guste y les disguste, les dejo con:

 

 

MIS VERDADES

 

 

Hay países que son muy malos y países que son muy buenos. Hay personas que son muy malas y personas que son muy buenas. Hay opiniones que son muy malas y opiniones que son muy buenas. Todo esto depende del ojo de quien lo mire. Cada uno tiene sus verdades, y yo tengo las mías, las cuales no sé si están en lo cierto o por el contrario están equivocadas.

Un compañero, una mañana cualquiera, me suelta de repente que Manuel Fraga y Santiago Carrillo fueron dos personas fundamentales para la buena calidad de la democracia que tenemos ahora. Me quedo parado y rápido le doy información.

Le comento que Fraga era un asesino de tomo y lomo, y que Carrillo, aparte de asesino, era un vendido de mucho cuidado, que por vender, vendió hasta su bandera. No paro y añado que nuestra democracia es un perfecto reflejo del régimen que hubo anteriormente, una clara representación del franquismo. Los mismos perros con distintos collares.

Sale el tema de Cuba. Qué mala es la dictadura cubana. Es innegable que un sistema dictatorial no es justo. También es innegable que Cuba le da mil vueltas en calidad de vida a los países de su entorno. Es innegable que hay censura pero curiosamente el país donde más periodistas mueren al año es Méjico.

Las palabras brotan de mi boca como agua de manantial. Afirmo que China es una dictadura más represiva que la cubana, pero que ningún estado dice ni pío. No olvidemos a Estados Unidos, territorio en donde, al igual que el anterior, se ejecutan personas de las más inverosímiles y crueles maneras.

¿Qué libertad de expresión hay en España?, si alabas a Franco la que quieras, pero si denuncias a algunos de los miembros de los estamentos de poder te callan aplicándote la ley “mordaza” a modo de una multa económica de no te menees. ¿Somos un ejemplo de independencia en los medios de comunicación?, la respuesta está en el aire y es clara, ¡NO!

Han muerto doce personas en Berlín y es noticia de alto alcance. Es evidente que los europeos, no sé muy bien por qué, somos más importantes que los asiáticos, africanos y americanos. Un camión ha atropellado a unos inocentes que andaban por un mercadillo. En el Congo matan gente por protestar en la calle y violan mujeres de forma premeditada. Son más importantes nuestros muertos no cabe ninguna duda.

Mis verdades duelen. No gustan a los felices. Son etiquetadas dentro de una corriente. Si resisten a todos los ataques son asociadas a la personalidad del que las defiende. Dejan de tener validez porque el emisor es arrogante, orgullosos y prepotente, según el interlocutor que se dé por aludido u ofendido.

Todo es mentira en este mundo. Todo es mentira hasta la verdad. Nos pasamos todo el día mintiendo para conseguir nuestros objetivos. Mentimos de forma natural e inconsciente. Es innato al ser humano. Así que, aunque no se lo crean, todo lo que acaban de leer anteriormente puede que me convierta en un auténtico mentiroso.