Para lo que sirve la sed... por Antonio Cabrero Díaz

10.01.2014 00:00

Hola amiguitos y amiguitas de PB AGUJUO, aquí estamos otra vez, celebrando lo mejor que tienen las navidades, y que no es otra cosa que su FINAL, vuelvo a conectar con ustedes ofreciéndoles un nuevo escrito para deleite o disgusto de sus paladares intelectuales o mundanos.

 Antes de comenzar tengo que dar la enhorabuena a las multinacionales eléctricas y al gobierno del estado español por su excelente campaña publicitaria para que el aumento del recibo haya sido acogido por el usuario con entusiasmo y satisfacción.

No hay nada como poner la cosa muy fea, casi desastrosa, para que el mal concebido desde el inicio parezca menor. Anuncio que la subida va a ser de un 11%, y al final te la dejo en el 2,3%, que es lo mismo que los carteles que anunciaban precios en pesetas, en vez de 5.000, ponían 4.995, el efecto es producir en el pagador la sensación de que se está ahorrando dinero, cuando la realidad demuestra todo lo contrario.

La verdad es que sin pasar apenas tres meses la luz ha subido de nuevo, y sin saber muy bien por qué, o quizás sí. Los beneficios son para los organizadores de esta pantomima y las deudas para el expoliado contribuyente.

Queridos y egoístas lobbistas mi más sincera admiración y mis mejores felicitaciones, hacéis que Valle y Lope vuelvan a estar de actualidad.

 

PARA LO QUE SIRVE LA SED

 

A Rodolfo Muñoz, buena gente que camina, porque cada vez que echo un rato en su compañía me transmite buenas vibraciones y me hacer sentir bien. A ¨¨él y a su compañera Marta les deseo lo mejor y que enseñen a su futuro hijo a amar la libertad.

 

 

 

...Bueno es saber

   que los vasos

   sirven para beber,

   lo malo es que no sabemos

   para qué sirve la sed...

 

 

                                             Antonio Machado

 

 

 

Llega el último día y no tengo ganas de desear felicidad a nadie que no se lo merezca realmente. El reloj y la puerta son cómplices de mi huida, ambos están dispuestos a ayudarme sin prestar atención a las buenas pero artificiales  intenciones.

Sorteo la valla e inicio mi carrera hacia las fechas más odiadas por mis ideas y mi corazón. Los días últimos de diciembre van pasando con el ritmo de una apisonadora, a la vez que me clavan sus números como saetas afiladas por el consumo voraz de sus creadores.

No necesito libros de ayuda, o de auto ayuda, que son los que en la actualidad sustituyen los consejos de un buen amigo. Me refugio en mi cerebro y no dejo de entrenarle con signos y señales que me envían letras y notas musicales, la mejor arma contra la uniformidad reinante.

La familia aparte de ser impuesta es necesaria, eso sí lo justo, y cada uno en su sitio. La puedes apreciar o no, eso depende de las personas que la forman, y no del título  de parentesco adquirido. Yo me guío por lo primero y estoy con quien realmente quiero estar.

La peor noche del año ha finalizado, por fin llega enero con su invisible cuesta. He conseguido el anonimato tecnológico y en parte se lo debo a mi querido y añorado whassap, ¡bienvenido sea!

No hay propósitos ni estúpidos planes, mi vida continúa con sus mínimos objetivos, y con su máximo valor, necesitar lo menos posible en todos los aspectos. No es egoísmo  es austeridad, es no tener nada para poder repartir y conseguir que a todos nos vaya mejor.

Cambio de lugar, dejo el aire de la sierra y vuelvo a la gran ciudad. Nuevos encuentros, nuevos momentos, mas vida social. Me agrada, pero tengo que parar, mi cuerpo después de una semana cree que ha tenido suficiente.

Me aíslo  me reúno con mi propio yo, y disfruto escuchando los mensajes que a modo de latidos me manda mi interior. Hacía tiempo que no tenía una conversación conmigo mismo, y mis entrañas me lo agradecen.

Mi cuerpo me reclama la falta de endorfinas que la cerveza no puede proporcionarme, y reanudo mis entrenamientos dinámicos  porque los estáticos nunca los he dejado, bien cogiendo aceitunas, bien cogiendo mancuernas en el gimnasio.

Salgo a la calle, el miedo de la última lesión me hace pisar con precaución  Cruzo la carretera, me introduzco en el parque, y ¡sí!, queridos lectores., llego a la Casa de Campo, y de repente, sin darme cuenta, me hago invisible, y desaparezco.

Yo puedo ver a la gente, pero ellos, aunque se creen que si, no pueden verme a mí, si acaso un cuerpo de hombre rústico. No corro porque no alcanzo a clavar mis pies en el suelo, y sin embargo avanzo cual velero en alta mar.

El aire me lleva hasta el portal de mi casa, y me sube cinco pisos dejándome en el interior de mi vivienda, postrándome al borde del cuarto de baño. Acciono una palanca, y milagrosamente sale agua, la cual está caliente, provocando que ardan de felicidad mis sentidos.

No puedo dar crédito a la suerte que tengo, y que por supuesto aprovecho. Estoy vivo y lo demuestro moviéndome, y ahuyentando el malestar que provocan las necesidades capitalistas impuestas y adoctrinadas desde que nacemos hasta que morimos.

Miro las gotas de agua que juntas pueden formar ríos e incluso océanos, y me doy cuenta de para lo que sirve el agua, aunque todavía no sepa para qué sirve la sed, incluso acierto a creer que calma a esta y que nos limpia por fuera, pero aun si cabe de una manera más intensa e infinita por dentro.

Ese agua, es la vida, es la lucha diaria por cambiar el mundo, y hacerlo mejor, sin años impuestos, ni fechas señaladas. Es el sentido de nuestra existencia, la única que conocemos, y a la cual no la podemos dejar perderse en los pantanos de la inmundicia de la injusticia social.

Cierro el grifo, seco mi cuerpo, me visto con la ropa de la esperanza, y asumo que haya gente que me vea como una mala persona, alguien sin corazón ni modales. No me enfado y lo entiendo, pero mis ideas y mis sentimientos no tienen tiempo para dar explicaciones banales, ya que hace muchos años que se escaparon por la puerta que conduce a la libertad.