Perseguido... por Antonio Cabrero Díaz

02.09.2016 21:13
Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujúo. 
Aquí estamos otra vez esperando a que el circo de los partidos acabe. A ver si de una vez por todas se juntan los tres partidos que dan sentido a esta democracia capitalista injusta y nada solidaria. Hasta que llegue ese momento estaremos aguantando el paripé un mes más hasta que el PP llegue al poder y arruine nuestras vidas cuatro años más.
En el País Vasco y Galicia hay elecciones autonómicas. En el primer territorio no dejan que se presente Arnaldo Otegui. Esta persona, a la cual no le tengo ningún aprecio y no considero que sea buena, se le prohíbe participar en los comicios porque según la ley, la misma que le hizo comerse unos cuantos años en la cárcel por la cara, está inhabilitado para hacerlo.
Estos diputados son los mismos que no hacen nada para que no se caigan nuestros colegios y hospitales públicos. El pueblo llano que les defiende a capa y espada comprueba como esta la sanidad cuando la necesitan. Es entonces cuando ven que nuestros hospitales no se han tocado desde hace más de veinte años y que el personal es escaso pues no se contrata a nadie. Es ahí donde se aprecian los recortes que lleven aplicando desde hace años.
El clima es un ejemplo de la desidia de los gobernantes, o el egoísmo. El planeta se calienta a una velocidad de vértigo y nadie hace nada para pararlo. No tardaremos en ver veranos interminables e inviernos casi inapreciables. El que tenga dinero para comprar agua sobrevivirá, el que no, irá al hoyo de manera prematura.
Sin más, esperando que les guste y les disguste lo escrito, les dejo con:
 
 
PERSEGUIDO
 
 
Un fin de semana normal a finales de agosto. Estoy en el pueblo, que para la gente viajera no cuenta como irse de vacaciones. La intención era pasarlo tranquilo. Después de las fiestas el cuerpo estaba pidiendo a gritos un poco de normalidad, la cual parece que no va a llegar nunca.
Es viernes y la mayoría de los amigos de mi panda están descansando o preparando las maletas del retorno. Somos un par y nos juntamos con unos cuantos más jóvenes. Mi amigo el Ventero me deja pronto pues, como de costumbre, se ha apuntado a una boda y tiene que ir a la fiesta de “antes de”. Se esta muy bien en la terraza del Puente, al lado de la fuente de los Cuatro Chorros. Después  de la tormenta ha refrescado un verano que lo tenemos pegado al cuerpo como una camiseta mojada.
Cuando me quiero dar cuenta han pasado dos horas. Los cuatro retales que somos cambiamos de garito. Cuando me vuelvo a dar cuenta son cerca de las tres de la mañana. La carga esta hecha una noche más. Una noche que nos ha aportado muchas cosas y un rato muy agradable.
Me levanto el sábado y me voy a la piscina. Un baño refrescante me hace olvidar un inicio de resaca. A la vuelta me encuentro a mi amigo Rosqui. Ha venido solo y con ganas. Otra noche que me la voy a pillar. Aprieto los pedales pues he quedado para tomar cañitas con Chemita.
Llego a Cerro y me encuentro a un par de Mematas. Me lio y llego tarde a la cita, pero llego. Más cañas y me voy a comer. Me echo la siesta y bajo al Rollo, pues he quedado con el culebras para ir al camping. Qué bien se esta, rodeado de árboles, cerca de la garganta, y con una cervecita fresca. Salimos del edén y volvemos al pueblo.
Hay un concierto en la Ermita del Santo pero la ronda se alarga y decidimos quedarnos viendo al atleti. Se desata  la locura y las pedimos de dos en dos. La noche se avecina de las que hacen época. Somos seis retales. También esta Boris, Gustavo, y Vargas. Este último también viene desatado. Ha pasado una semana en la playa con la familia, suegra incluida.
Acabamos en la discoteca. Caen otros tres tercios más, los cuales se suman a los litros que ya llevábamos. Somos los más mayores. Creo que yo soy el más viejo. No me entra más líquido. Mi cuerpo parece un pantano a punto de rebosar y el límite es mi garganta. A las seis aviso al grupo de que me retiro. Salimos escopetados. Ascendemos la cuesta manteniendo una línea que no es la recta.
A la mañana siguiente estoy alternando con la panda que la noche anterior estaba en la disco celebrando una boda. Virgi le dice a Paquito, “no sé qué te aporta esa gente”. Le recrimina que hable con personas que tienen poco cerebro, son malotes, o le van a traer problemas, según ella.
Me giro y la digo que no es un comentario propio de alguien progresista y que me parece un poco fascistoide. Cuando vuelvo a mi posición original pienso en cuanta gente dirá eso de mí, qué no aporto nada y que no se junten conmigo. No me importa. A día de hoy continúo sintiéndome perseguido. No estoy loco ni paranoico, es simplemente que esta sociedad castiga al que no sigue la corriente. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
fHola amiguitos y amiguitas de PB Agujúo. 
Aquí estamos otra vez esperando a que el circo de los partidos acabe. A ver si de una vez por todas se juntan los tres partidos que dan sentido a esta democracia capitalista injusta y nada solidaria. Hasta que llegue ese momento estaremos aguantando el paripé un mes más hasta que el PP llegue al poder y arruine nuestras vidas cuatro años más.
En el País Vasco y Galicia hay elecciones autonómicas. En el primer territorio no dejan que se presente Arnaldo Otegui. Esta persona, a la cual no le tengo ningún aprecio y no considero que sea buena, se le prohíbe participar en los comicios porque según la ley, la misma que le hizo comerse unos cuantos años en la cárcel por la cara, está inhabilitado para hacerlo.
Estos diputados son los mismos que no hacen nada para que no se caigan nuestros colegios y hospitales públicos. El pueblo llano que les defiende a capa y espada comprueba como esta la sanidad cuando la necesitan. Es entonces cuando ven que nuestros hospitales no se han tocado desde hace más de veinte años y que el personal es escaso pues no se contrata a nadie. Es ahí donde se aprecian los recortes que lleven aplicando desde hace años.
El clima es un ejemplo de la desidia de los gobernantes, o el egoísmo. El planeta se calienta a una velocidad de vértigo y nadie hace nada para pararlo. No tardaremos en ver veranos interminables e inviernos casi inapreciables. El que tenga dinero para comprar agua sobrevivirá, el que no, irá al hoyo de manera prematura.
Sin más, esperando que les guste y les disguste lo escrito, les dejo con:
 
 
PERSEGUIDO
 
 
Un fin de semana normal a finales de agosto. Estoy en el pueblo, que para la gente viajera no cuenta como irse de vacaciones. La intención era pasarlo tranquilo. Después de las fiestas el cuerpo estaba pidiendo a gritos un poco de normalidad, la cual parece que no va a llegar nunca.
Es viernes y la mayoría de los amigos de mi panda están descansando o preparando las maletas del retorno. Somos un par y nos juntamos con unos cuantos más jóvenes. Mi amigo el Ventero me deja pronto pues, como de costumbre, se ha apuntado a una boda y tiene que ir a la fiesta de “antes de”. Se esta muy bien en la terraza del Puente, al lado de la fuente de los Cuatro Chorros. Después  de la tormenta ha refrescado un verano que lo tenemos pegado al cuerpo como una camiseta mojada.
Cuando me quiero dar cuenta han pasado dos horas. Los cuatro retales que somos cambiamos de garito. Cuando me vuelvo a dar cuenta son cerca de las tres de la mañana. La carga esta hecha una noche más. Una noche que nos ha aportado muchas cosas y un rato muy agradable.
Me levanto el sábado y me voy a la piscina. Un baño refrescante me hace olvidar un inicio de resaca. A la vuelta me encuentro a mi amigo Rosqui. Ha venido solo y con ganas. Otra noche que me la voy a pillar. Aprieto los pedales pues he quedado para tomar cañitas con Chemita.
Llego a Cerro y me encuentro a un par de Mematas. Me lio y llego tarde a la cita, pero llego. Más cañas y me voy a comer. Me echo la siesta y bajo al Rollo, pues he quedado con el culebras para ir al camping. Qué bien se esta, rodeado de árboles, cerca de la garganta, y con una cervecita fresca. Salimos del edén y volvemos al pueblo.
Hay un concierto en la Ermita del Santo pero la ronda se alarga y decidimos quedarnos viendo al atleti. Se desata  la locura y las pedimos de dos en dos. La noche se avecina de las que hacen época. Somos seis retales. También esta Boris, Gustavo, y Vargas. Este último también viene desatado. Ha pasado una semana en la playa con la familia, suegra incluida.
Acabamos en la discoteca. Caen otros tres tercios más, los cuales se suman a los litros que ya llevábamos. Somos los más mayores. Creo que yo soy el más viejo. No me entra más líquido. Mi cuerpo parece un pantano a punto de rebosar y el límite es mi garganta. A las seis aviso al grupo de que me retiro. Salimos escopetados. Ascendemos la cuesta manteniendo una línea que no es la recta.
A la mañana siguiente estoy alternando con la panda que la noche anterior estaba en la disco celebrando una boda. Virgi le dice a Paquito, “no sé qué te aporta esa gente”. Le recrimina que hable con personas que tienen poco cerebro, son malotes, o le van a traer problemas, según ella.
Me giro y la digo que no es un comentario propio de alguien progresista y que me parece un poco fascistoide. Cuando vuelvo a mi posición original pienso en cuanta gente dirá eso de mí, qué no aporto nada y que no se junten conmigo. No me importa. A día de hoy continúo sintiéndome perseguido. No estoy loco ni paranoico, es simplemente que esta sociedad castiga al que no sigue la corriente.