Plátano con magnesio... por Antonio Cabrero Díaz

04.09.2015 20:46

Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujúo, aquí estamos otra vez.

Septiembre es un gran mes para disfrutar del verano. En el calendario la mayoría de aquellos afortunados que tienen un trabajo, y no digo digno, lo tienen señalado de manera negativa al asociarlo al final de sus vacaciones.

En Pedro Bernardo, Ávila, el día 13, se celebran sus fiestas más tradicionales, el Santísimo Cristo de la Vera Cruz. El inicio cae en domingo, fecha muy mala para aquellos que no residen en el municipio, y aún peor para aquellos que tienen negocios y que, de no haber una variación, perderían mucho dinero. No es lo mismo unas fiestas el fin de semana que un día entre semana en lo que a población se refiere.

Los pueblos van perdiendo habitantes, y en este en concreto caen en picado. Nada se puede decir al respecto. Cada uno elige el camino que considera oportuno. Pero a mí particularmente me llama la atención que la gente que reside en él nunca ha hecho mucho para que esta situación varíe.

No sé que hubiera pasado si no hubieran aparecido asociaciones de “forasteros”, en otro tiempo “veraneantes”, que les ha dado por preocuparse del mismo. Todavía habrá algunos que criticarán y no darán las gracias lo suficiente.

Hoy del PP no voy a escribir. Para qué hacer publicidad de un partido que va a volver a ganar las próximas elecciones. No hay nada como no ser honrado para que la gente te apoye. Ustedes mismos, pero luego no lloren porque su vida vaya peor porque tendrán lo que se han buscado.

Sin más, esperando el regreso de la Bruja Avería y los Electroduendes, y que les guste y disguste lo escrito, les dejo con:

 

 PLÁTANO CON MAGNESIO

 

La luna llena provoca que los hombres lobo se enciendan. Es el momento adecuado para salir a cazar una pieza que sacie el hambre de todo el mes. La víctima debe ser la adecuada, con buen porte, mejor peso y una resistencia que sea fácil de vencer.

Nunca he creído en estas fábulas a pesar de que muchos de los que me rodean dan por sentado que soy uno de ellos. Tengo mucho pelo por todo el cuerpo, unos colmillos afilados, y vivo en una casa en donde la mayor parte del día las persianas están bajadas. Es evidente, para ojos extraños,  que hay lomos y entrañas colgadas por todas las habitaciones, aunque el olor del ahumado no llegue al cuarto piso de la escalera.

A uno de mis posibles candidatos a servirme de comida le han dado un zarpazo y le han arrebatado su puesto de trabajo. Las hienas carroñeras podrían pensar que el que ha dejado el puesto ha sido él pues no ha aceptado las condiciones que le ofrecían para renovar.

Mi instinto animal de supervivencia lo que indica es que ha sido valiente y no ha pasado por el aro de la esclavitud y la explotación. Eso que los chacales del gobierno llaman crecimiento y creación de empleo, yo lo veo como una tomadura de pelo, y una mala arte de cacería, con cepos nada reglamentarios y del todo ilegales.

A pesar de ser carnívoro, desde que otra posible presa femenina me dijo que veníamos del plátano, también estudio y pruebo las verduras, frutas y hortalizas. No repiten, no gritan, pero no sueltan lo que más me gusta, la sangre.

Al principio la miré con incredulidad, pero, una vez analizada la gente que forma parte del mundo laboral y obrero, cada vez estoy más convencido que es cierto que tenemos el cincuenta por ciento de parecido con un simple plátano, y como tal nos comportamos.

Al plátano le miran, le arrancan la piel a tiras, y poco a poco se lo van comiendo. Es lo mismo que le hacen al trabajador aquellos que les dirigen y explotan. Hay muchos plátanos y pocos lobos. De los pocos lobos que quedan también han dado buena cuenta. Antes hacían batidas para cazarlos. Ahora simplemente les aplican la reforma laboral.

Las garras las tengo afiladas para abrir las latas de conserva, y he tenido que recurrir a otra fémina para que me dé un poco de magnesio, que para las articulaciones y músculos vienen muy bien. Ya no soy lo que era. Me estoy haciendo viejo y empiezo a razonar, a la vez que he perdido apetito. Ya no me pone la oreja a la plancha y el pincho moruno, y prefiero el zumo de papaya.

Son malos tiempos para los licántropos, que se ven en peligro de extinción. En su caída  se han decidido por el plátano con magnesio como alimento principal de su dieta, y han abandonado la caza del mamífero. Su boca está ocupada por una dentadura postiza y con el dinero de la beneficencia se hacen la manicura. Parece que están domesticados, pero yo no me fiaría, pues todo animal indómito, en cualquier momento, puede vomitar el plátano, el magnesio, y el danacol, y volver a comer carne cruda.