Puteado pero contento... por Antonio Cabrero Díaz

30.09.2016 08:53

Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujúo.

Aquí estamos otra vez para confirmar que esto de España no tiene solución. Los gallegos y los vascos han vuelto a demostrar que somos un país de seres conservadores y poco racionales. Lo único positivo de las recientes elecciones de ambas comunidades es que la gente se esta dando cuenta, ¡por fin!, de que el PSOE es un partido de derechas, y están dejándole de votar. A ver cuando se quitan el resto de la venda de los ojos para dejar de apoyar al otro partido mafioso de toda la vida, el PP.

Un tal Corcuera, ex ministro socialista, famoso por el “corcuerazo”, la ley Corcuera de la patada en la puerta, opina que su partido debe facilitar un gobierno del PP. Los viejos “barones” (nombre que representa su clase social, muy alejada de la clase obrera) están subiendo el telón y descubriendo lo que siempre ha sido este partido. Una formación política que lleva machacando al trabajador antes, durante, y después de Franco, y que siempre ha estado al servicio de los más ricos.

Si tengo que salvar a algo de esta banda es al PSE (Partido Socialista de Euskadi), con Eguiguren a la cabeza, el cual se jugó el bigote en el País Vasco para acabar con ETA, con la ayuda del defenestrado Otegui. Las demás federaciones, desde la de Castilla la Mancha, pasando por Extremadura, y llegando a Andalucía, son de lo más fascista que se pueda uno echar a la cara.

Otro dato de estas elecciones que los medios no recalcan, incluso omiten, es la fuerte abstención que ha habido. Cuatro de cada diez habitantes de estas comunidades no han ido a votar. Ninguno de los partidos que se presentaban les han convencido para que sean representados en las instituciones, cosa esta de lo más lógica y normal.

Sin más, esperando que les guste y les disguste lo escrito, les dejo con:

 

 

“PUTEADO PERO CONTENTO”

 

 

Voy en el metro escuchando rock and roll como siempre. Giro mi cabeza y veo a un conserje de un colegio público que me saluda con la mano. Apago la música y dejo a Deep Purple para otra ocasión. No creo que la conversación venidera pueda superar al pedazo de tema que estaba escuchando.

Este conocido me pregunta por mi situación en mi colegio. Él sabe que la cosa no anda muy fina. A medida que le voy contando su cara de incredulidad va en aumento. Me dice alucinado que con lo que le estoy diciendo no entiende porque me estoy riendo, que la situación, la mía, es como para suicidarse.

Estoy en el gimnasio. Mi nuevo horario anti persona me “obliga” a entrenar un poquito más. Me encuentro a la tía de una antigua alumna, la cual me pregunta que hago allí y por qué no estoy trabajando. Le explico lo mismo que al conocido anterior.

Se queda perpleja, incluso afectada por la injusticia. De forma casi enojada me dice que no se me puede tratar así, y que la responsable es una tal y una cual. Añade, con sabiduría, que así nos luce en pelo a todos, maginando al que vale por el simple hecho de tener personalidad y pensamiento propio.

Cambiando de tema me cuenta que esta estupenda viviendo sola, y es que en estos tiempos tan anacrónicos que corren este estilo de vida te convierte en sospechoso. Llegamos a la conclusión de que nacemos solos y moriremos solos, que se penaliza al solter@, y, sobretodo, que hay que ver el lado positivo de las cosas.

Mi frase que resume ambas conversaciones es la misma, “puteado pero contento”. Sí, feliz, aparentando que no lo soy, no vaya a enterarse la gente y te coja más rabia y te tenga más envidia. Sí, contento, por poder deambular por el espacio libre de movimiento y de pensamiento.

“Van a por ti”, me dijo esta estupenda señora. “No importa”, la contesté yo. Si me hacen ir todos los días, teniendo media jornada, pues me distribuyo los entrenamientos para aprovechar la jornada, como si fuera completa, y completo el tiempo para quedar con la gente que me quiere, y ayudar al que me necesita y se lo merece.

Cuando me intentan hacer daño siempre sonrío aunque por dentro este que trine y quiera matar al ofensor. Disfruto con la pérdida de energía de personas que son malas. Al mismo tiempo me acuerdo de todos aquellos que lo están pasando mal, que están enfermos, y que me tocan más de cerca.

Ante  situaciones injustas pienso en ellos, palpo la suerte que tengo por tener una SALUD de hierro, y concentro todas mis fuerzas en que se curen pronto, lo cual no deja espacio en mi mente a las argucias y artimañas de los pobres de espíritu.