Simplemente, Antonio... por Antonio Cabrero Díaz

23.05.2014 00:29

 

Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujúo aquí estamos otra vez.

Es un alegría que un equipo considerado débil (si hay alguno) dentro del enigmático y provechoso (para los que mandan) mundo del fútbol gane a las dos potencias que, gracias a sus millones, llevan una década copando el palmarés de nuestra liga.

El triunfo de Atlético de Madrid, al cual me hice aficionado hace veinticinco años por considerarle más humilde, demuestra que el trabajo, y sobretodo la lucha, al final da sus frutos.

Esta es la parte positiva que debemos extraer de la victoria de este equipo, que la unión hace la fuerza, y que el ser solidario y buscar el bien común, y no solo el particular, puede hacer que la vida sea mejor para todos.

Es curioso que sean las victorias de los clubes de fútbol de las pocas cosas que hagan salir al ciudadano a la calle. Es llamativo que los continuos recortes que esta padeciendo el ciudadano, y que están provocando que su calidad de vida empeore, no le haga saltar del sillón y salir a protestar, día sí y otro también, reclamando lo que por ley le pertenece.

Llámenme retorcido, pero no me digan que el hecho de abrir informativos con noticias de triunfos futbolísticos, y estar hablando meses de competiciones europeas y finales, no les viene de guinda a los que nos quitan la sangre gota a gota para que los bancos de los que más tienen sigan a rebosar.

Me da pena que todas esas personas que salen en masa a admirar a los jugadores de su equipo no hagan lo mismo cuando se comete una injusticia social. Es respetable que cada uno salga a manifestarse por lo que crea conveniente, pero igual si lo hiciéramos por lo que es realmente importante para nuestra vida esta misma nos iría mucho mejor.

Sin más, esperando que el miedo deje paso a la esperanza, y que les guste, o les disguste, lo escrito, les dejo con:

 

SIMPLEMENTE,  ANTONIO

 

Hay una cosa que siempre me ha puesto de los nervios, y es el hecho de que a una persona se le considere mejor o peor según lo repleta que tenga la cartera, o según este situado en la escala social.

Hay una poesía del Arcipreste de Hita que viene a decir que el dinero a necios labradores les convierte en hidalgos doctores, y que instituciones como la iglesia te dan la bendición aunque seas el más pecador de sus fieles si tienes mucho dinero.

Este mensaje que fue emitido hace más de quinientos años sigue de vigente actualidad. Esto quiere decir una vez más que no hemos avanzado nada, y que se sigue utilizando la vara de medir del “tanto tienes, tanto vales”.

La gente cuando no te conoce rápido te encasilla, y lo primero que utiliza es la observación, guiándose por las apariencias. Lo segundo es la investigación, enterándose de tus hábitos y costumbres de vida. Y una vez que tienen toda la información inmediata procesada te catalogan.

La descripción mía es sencilla, un tipo que se viste porque no tiene más remedio, que la imagen se la suda, que no tiene coche, que no tiene mucho dinero y pasa de él, que habla con la gente por el simple hecho de echar un rato agradable, es básicamente un don nadie, es una persona que no tiene nada, y que nunca va a triunfar en una sociedad en donde priman los relojes de pulsera que marcan muchas cosas menos la hora.

Hay veces que me planteo que el raro soy yo por no entender a la mayoría que me rodea que sí sabe apreciar estas cosas que para mí son insustanciales. Y es por esta rareza por lo que no entiendo que cuando estoy sentado de tertulia en las escaleras de mi barrio los que están conmigo se levanten como locos cuando se acerca un individuo porque es un agente del orden o alguien que tiene mucha pasta.

Esta situación me parece absurda y ridícula por eso intento olvidarme rápidamente de ella. Cuando ya tienes tu cerebro en otro sitio siempre se te acerca alguien y te dice, “este esta forrado”, o “este conoce a menganito que es famoso”, y tú te lo piensas, para que luego no te digan que eres un borde o un gruñón, y dices para ti mismo, “y a mí que cojones me importa lo que tenga o quien sea ese individuo”.

Se que es habitual que una persona que es tonta de remate o insoportable es tenida en alta consideración por el hecho de tener mucho dinero. Aunque esto sea normal yo sigo sin entenderlo porque soy de los que piensan que a las personas hay que hablarlas por lo que son y no por lo que tienen.

Me viene a la memoria, así de repente, una conversación con una prima mía, a la cual la tengo un cariño especial. Ella me comentaba entusiasmada que su sobrino iba a estudiar a una universidad de ingenieros, como dándome a entender la importancia que este suceso tenía y que su familiar iba a subir de nivel.

Yo, en vez de discutir y explicarle que para mí nadie es mejor que nadie, ni más extraordinario, por estudiar una carrera, le comenté que dos amigos míos habían estudiado en el mismo sitio. Al decirle los nombres se quedó parada y sin dar crédito a que dos personas que son muy parecidas a mí en el pensar y actuar pudieran ser ingenieros. En un instante el gran nivel que aportaba el centro cayó en picado, porque se dio cuenta, según su criterio, que cualquiera podía estudiar allí.

Mi familia, más concretamente mi padre y mi madre, y sobre todo esta última, siempre se ha hablado con todo el mundo, anteponiendo la persona  a las ideas, pero han hecho hincapié en hablar con el que nadie quiere, con los que la sociedad margina y aparta.

Yo siguiendo su ejemplo y mis ideas hago lo mismo. Hablo con quien quiero y me aporta sensaciones positivas, y apoyo y defiendo a los que nadie quiere defender. Nunca ha tenido mérito a mi modo de ver estar al lado del poderoso y del triunfador, y sí arrimarse al que no ha tenido la suerte de poder llevar una vida mejor.

Son estas ideas las que marcan mi manera de expresarme y de opinar. Por este motivo es por el cual cuando estoy con gente que no me conoce, y alguien me introduce en el grupo y me presenta, yo siempre hago la misma aclaración. Les digo que soy Antonio, simplemente Antonio, ni profesor, ni deportista, ni rico, ni pobre, ni listo, ni tonto, solo eso, una persona más, simplemente Antonio.

Yo entiendo que gente que te aprecia quiera que los demás sepan que eres alguien especial, según su criterio, por las diversas actividades que realizas, pero ellos también deben comprender que yo soy como soy, y que considero que los asuntos de uno solo le deben interesar a uno, a su familia más cercana, y a nadie más.

El día que la gente se de cuenta de que lo importante es ser y no tener, que empiece a pensar que la ayuda que preste al que le rodea repercute en su beneficio particular, y a admitir que solo somos una gota más dentro de este inmenso océano, la humanidad habrá dado el primer paso hacia la evolución y el segundo hacia el descubrimiento de la verdadero esencia de la vida, la sencillez y la normalidad.