Un día más, ¡adelante!... por Antonio Cabrero Díaz
Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujúo.
Aquí estamos otra vez para que no se olviden que una vez, Fofó, Gaby, Fofito y Miliki, nos hicieron pasar los ratos más felices de nuestra existencia. Había una vez un circo que alegraba siempre el corazón, de luz y de color.
Como bien decía mi madre que malo es hacerse viejo. El circo se ha convertido en una pesadilla de adultos, y se aparece por las noches, en forma de congreso de los diputados, en donde sus payasos asesinos no nos dejan dormir. Es entonces cuando deseamos volver a la niñez otra vez para no enterarnos de nada.
Los nuevos cargos electos, representantes del pueblo, hacen malabares, tirabuzones, y piruetas para alcanzar el poder. La gran coalición PP, PSOE, y CIUDADANOS, poco a poco, va cogiendo forma. A los “titiriteros” de PODEMOS parece que nos los quiere nadie, ni Europa, ni el BCE, y, mucho menos, el IBEX 35.
Están quedando todos retratados. Si nos fijamos bien no dejan de ser una caricatura de lo que somos nosotros. Ellos son así porque nosotros somos así. Por este motivo, cuando veo al “Mesías” y le llamo mamarracho, no puedo menos que sentir que es un mamarracho de los míos, como podría serlo yo.
Sin más, esperando que les guste y les disguste lo escrito, les dejo con:
“UN DÍA MÁS, ¡ADELANTE!”
Después de pasar la noche, cuando me despierto, y compruebo que sigo respirando, y que no tengo más remedio que vivir, sin saber si estoy muerto, me repito esta frase a mi mismo una y otra vez.
Un día más que hay que continuar. La vida carece de sentido alguno. Por los menos nuestro cerebro, por mucho que seamos la especie más inteligente, no puede dar explicación a este rompecabezas que es el mundo.
Luis Ortiz, camino de los cien años, lo tiene claro. No hay que plantearse nada. Hay que vivir hasta que dejemos de hacerlo. Hay que proponerse un objetivo que no empuje a seguir adelante, y si ese es la lucha por la justicia social, mejor que mejor.
Personas como esta son dignas de admiración. No por lo que han sufrido y han soportado, sino por la entereza y la valentía con la que han afrontado los problemas que les han surgido a lo largo de su vida.
Escuchándole hablar no pude contener las lágrimas. Esta vez no fueron de rabia o de odio por las injusticias cometidas contra él y contra aquellos que fueron torturados por la dictadura franquista. Esta vez fueron de alegría al ver la fortaleza y la dignidad de un señor, casi centenario, que continua con la lucha en vez de estar en el parque dando de comer a las palomas.
Llevo muchos años peleando para que se haga justicia en lo referente a la Memoria Histórica. Esa que quieren borrar de nuestras mentes. Esta lucha no es debida al rencor ni a la revancha. Es debida a que hay miles de personas, que aún viven, y necesitan, antes de irse a la tumba, ver que España es un país democrático, encontrando a sus muertos y reparando su memoria.
Los esclavos de Franco forman parte de los millones de españoles que fueron explotados, asesinados, y expoliados de sus bienes por el simple delito de defender la libertad, y la búsqueda de un mundo más justo para todos. Estas personas exigen y necesitan las disculpas (qué menos) de aquellos que fueron y son responsables de sus males y desgracias.
Como bien dijo Sánchez-Albornoz, el estudiante que se escapó de “cuelga muros” (valle de los caídos), en España no ha pasado nada porque Franco murió en la cama. En Alemania, o Italia, países que fueron fascistas como el nuestro, si pasó porque hubo intervención militar. Aquí según este señor, y yo lo secundo, siguen los mismos que estaban antes, las mismas familias corruptas dirigen empresas, partidos políticos y órganos judiciales.
Somos españoles. Yo lamentablemente también. Vivimos en un país que da vergüenza, lleno de ladrones, asesinos, maleducados e ignorantes. Esto no quita para que llegue el día que se quiten los nombres de asesinos de las calles, se ilegalice la fundación francisco franco, se desentierren a los más de cien mil españoles asesinados que están enterrados en cunetas, se ilegalicen los juicios franquistas, se devuelva el patrimonio robado al pueblo, y se indemnice a aquellos que las empresas más modernas de ahora explotaron como esclavos.
Hasta que llegue este momento seguiremos sofocando nuestra angustia con los vasos de esperanza y alegría que nos dan de beber gente como Luis Ortiz.