Un sueño... por Antonio Cabrero Díaz

20.12.2013 00:00

Hola amiguitas y amiguitos de PB AGUJÚO, aquí estamos otra vez. Hoy les voy a hablar de un nuevo año que pasa, y de un mundo que no cambia. Este artículo es el último hasta después de las vacaciones escolares. Este que escribe no quiere aburrirles y como es su costumbre no volverá a escribir esta sección hasta el mes de enero.

Antes de comenzar no quisiera olvidarme de un personaje de lo más desagradable, necio y tonto que yo haya tenido el gusto de oír y padecer. Les hablo del ínclito Rafael Hernando, diputado del PP (cómo no) en el congreso.

Este mamarracho, al cual no le conocemos trabajo alguno salvo el de vivir del ciudadano, se ha descolgado con frases gloriosas a lo largo de su carrera política, como por ejemplo, “los inmigrantes lo que tienen que hacer es no venir a España”, o , “lo mejor es que se vayan a su país”, utilizadas para justificar las leyes de extranjería y dar una posible solución al problema de la inmigración.

La última opinión de este personaje ha batido todos los récords de la memez, y le han hecho ascender a todo lo alto en el olimpo de los imbéciles y estúpidos. Un comentario que venía a decir que los familiares de las víctimas asesinadas por la dictadura fascista franquista sólo se acordaban de sus padres cuando había una subvención, o sea dinero, de por medio.

En cualquier país civilizado y democrático unas declaraciones de este calibre le hubieran supuesto a su responsable la destitución inmediata de cualquier actividad en cargo público. Incluso yendo un poco más allá habría investigación y acusación por posible delito.

Aquí, en este país que tanto quieren los que continuamente se saltan las leyes, no pasa nada, se lanzan cuatro chascarrillos, se reafirman las mismas opiniones negando mediante afirmaciones, y los medios manipulados aplauden y ríen las gracias.

No quisiera imaginar la que se hubiera armado sí esto mismo, pero de otra manera, hubiera sido dicho. Por ejemplo, que las víctimas de ETA sólo se acuerdan de sus padres cuando hay indemnizaciones de por medio. El descerebrado que hubiera lanzado esta supuesta afirmación hubiera sido tirado a los leones. Pues la gravedad de la afirmación ficticia y la real es la misma.

Nos indigna el tono chulesco a la par que la maldad de las palabras del desagradable diputado Hernando, pero más no molesta, aún si cabe, que nadie haya dicho nada al respecto, y no me refiero a los ciudadanos cabales y razonables, sino a una inexistente y acomodada oposición.

Sin más, soñando que el miedo deje paso a la esperanza, y esperando que les guste, y que les disguste, les dejo con:

 

UN SUEÑO

 

Una vez más, y siguiendo por esta vida enigmática, la cual no tiene lógica y muy poca explicación, ha pasado un año de tiempo, y con él se han vuelto a reproducir los mismos hechos que vienen aconteciendo desde que el ser humano dio signos de habitar el planeta.

La injusticia social y la desigualdad han sido los protagonistas en un mundo cada vez más avanzado tecnológicamente y más atrasado humanitariamente.

El planeta tierra, dividido por líneas imaginarias, políticas y terrestres, para dejar claro quienes manejan cada pedazo de él, no puede ocultar que la verdadera fragmentación que padece es la que produce la desigualdad que existe entre las personas ricas y las personas pobres.

Los países pueden ser más o menos ricos, o más o menos desarrollados, pero todos tienen una característica esencial que les hace muy parecidos, y es que todos contienen en sus entrañas financieras y económicas individuos que poseen una fortuna incalculable, mientras que por otra parte otros están inmersos en la más absoluta miseria.

La lucha que el ciudadano debe entender es la que se ha producido durante toda nuestra historia, y no es otra que la de clases, la de la clase trabajadora u obrera, ahora llamada clase media, contra los pilares del capitalismo.

La mayoría de los habitantes del planeta sufren la misma injusticia, y es el hecho de que ellos cada vez ganan menos y pagan más, y los amos del sistema acumulan más riqueza y poder.

A nivel mundial un porcentaje ridículo de la población es la que tiene la mayoría del dinero total, sean de la nacionalidad que sean, y tengan la renta per cápita que tengan.

Nuestra pelea tiene que empezar por defender a la persona que tenemos al lado, y dejar de apoyar a otras que ni tan siquiera conocemos, y las cuales jamás nos han resuelto un problema, ni nos han echado una mano.

El ciudadano con sus impuestos, incluso con su vida, paga obras y eventos que están ideados para hacer ganar mucho dinero a multinacionales y entidades financieras, para que estas a su vez con una mínima inversión donada a los partidos hagan que ganen elecciones que perpetúen su dominio, haciendo que todo entre en una rueda en la cual no se suelte la cadena, siendo nosotros los eslabones atados de ella.

Debemos aprender, tenemos que enseñar, y es nuestra obligación conocer y difundir la verdad de las cosas. El pensamiento propio esta amenazado de muerte pues las continúas leyes y los repetidos mensajes que nos llegan de los diferentes canales de información totalmente manipulados, que poco lugar nos dejan para que razonemos de un modo independiente y diferente.

Hay que leer, hay que hacer deporte, porque lo primero nos hace trabajar el cerebro, y lo segundo el cuerpo, nuestras dos mejores armas contra el lavado de cerebro. Ambas partes de nosotros, cuerpo y mente, deben ir juntas de la mano para estar preparados lo mejor posible para combatir en la nueva guerra que se esta produciendo en este siglo XXI, la lucha por la libertad de poder tener un mundo más justo.

Una vez que hayamos sido capaces de conocernos a nosotros mismos, y saber quienes somos, y no quien dicen que somos, estaremos preparados para relacionarnos con nuestros semejantes e intentar trabajar de una manera solidaria y generosa en el cuidado de nuestro entorno, que es el que nos da la vida, y en la consecución de una sociedad en donde haya un reparto equitativo y solidario de los recursos a los que todos tenemos derecho.

El próximo año seguiré haciendo lo que he hecho toda mi vida, pues no distingo fechas impuestas y no admito propósitos manipulados, luchar por un mundo más justo y más humano, en donde cada vez haya más personas dispuestas a alegrarse de bien ajeno, y deseosas de alcanzar la utopía de conseguir el bienestar mundial, y de esta manera dar por fin sentido a una vida que día a día, y poco a poco, nos quieren quitar.