¡¡Viva el Carnaval!!... por Antonio Cabrero Díaz

26.12.2014 22:31

Hola amiguitos y amiguitas de PB Agujuo, aquí estamos otra vez.

Cada vez son mas las personas que leen esta sección y que provienen de diferentes lugares y ambientes, y a los cuales les atraen unos temas mas que otros. Unos prefieren la polémica que se genera cuando se dice la verdad y esta afecta a las malas artes de algunos. Otros prefieren los sentimientos expuestos en una bandeja de sinceridad y belleza. Sobre gustos hay colores, dicen. El hecho de que te lea tanta gente en parte es una responsabilidad que te exige medir tus palabras y cuidar los contenidos de los textos. Ante esto cuento con la ventaja de la seguridad que me proporciona el hecho de intentar siempre ayudar al que mas lo necesita y denunciar aquello que atenta contra el bien común.

Por este motivo puedo superar que en otra publicación donde colaboro, la revista de Asambleas Ciudadanas, la sigan mas de 1800 personas, a las cuales les podrá gustar lo que escrito o no, pero seguro que no les dejara indiferentes porque lo que se dice tal cual, sin ropa y al desnudo, siempre causa sensación, no por lo novedoso y si por la falta de costumbre.

Sin mas, esperando que a Rafael Hernando, portavoz del actual gobierno de la nación, le sigan haciendo pagar multas(20.000 euros a UPYD) por sus mentiras e insultos hacia todo aquel que no forma parte de su casta, e intentando que les guste y les disguste lo escrito, les dejo con:


¡VIVA EL CARNAVAL!


Los carnavales aunque la gente no se de cuenta se celebran en diciembre. La navidad desapareció de nuestras vidas desde su inicio. La religión de una manera cómplice ha consentido que la celebración del nacimiento del máximo responsable que da sentido a su vida haya sido sustituida por un fraguel con frac o por un bombero torero envuelto en anuncios que venden cosas.

Durante casi un mes todo es de color de rosa. Las calles se llenan de luces y las personas de disfraces de colores monocromáticos que le ruegan al arco iris que invente mas ante tanta demanda. No hay nadie malo y todo lo que pasa es bueno.

Don Carnal despierta durante unos instantes de su letargo invernal y se acerca de soslayo al hilo de luz que deja la cortina para ver el espectáculo a través de la ventana. Ni en sus mejores sueños hubiera imaginado que el carnaval durara casi todo el año, y que el mes de mayor frenesí y desenfreno para pecar fuera diciembre.

Calles abarrotadas desprendiendo nauseabundas frase hechas, y buenas palabras rellenas de una falsedad extrema. Trajes innecesarios por su opulencia y compras abusivas por su eventualidad. Corderos vestidos de lobos, y lobos que hacen que veamos como corderos. Música celestial que empalaga el buen rollo. Mensajes llenos de letras que acusan de escepticismo a la inteligencia que se mantiene fuerte y no cede.

No tengo disfraz. No me gusta el carnaval. No compro lotería. Creo a ciencia cierta que la lotería me ha tocado desde el día que nací. Buenos padres, buena hermana, buenos tíos y primos. También buenos amigos. Lo mejor de todo, dos manos y dos pies, acompañados por dos piernas, un buen tronco, fuerte espalda, gran cabeza y denso cerebro.

No tengo un día especial. El milagro de estar vivo hace que todos los días lo sean. No doy crédito al ver pasar los años y seguir respirando. Es increíble que después de tanto tiempo siga teniendo una vida simple pero contaminada por un fuerte y grande corazón.

Muchas personas tienen el corazón metido en la cartera. Otros dentro de una ranura por la cual salen billetes de papel que marcan diferencias y alguna que otra tendencia. Prefiero los corazones de algodón por su color y por el calor que proporcionan al gusto. Simple pero rico. Humilde pero muy valioso para el recuerdo.

Las mesas están llenas de comida pero cada vez mas vacías de seres queridos que nos van dejando. Son ganas de incluir a la nostalgia en nuestro recuerdo. El pavo no puede llenar el espacio de alguien que no va a volver. El marisco no puede ocultar el desapego que se tiene hacia un familiar insoportable. El cava intenta de una manera burbujeante alegrarnos para olvidar todo lo anterior pero no lo consigue.

El remate a estas fiestas ridículas lo ponen tres tipos con barbas postizas que vienen desde el oriente de su casa disfrazados como reyes absolutistas. Uno de ellos es negro lo que indica que el racismo sigue vigente en nuestras sociedades uniformes. Traen regalos, eso si, solo a los niños y grandes que viven en los países ricos, o los grandes y niños que viven en países pobres pero que tienen todo el dinero.

Nunca me han gustado los príncipes, si acaso las princesas guapas, por eso me voy al parque sin disfraz. Me siento en mi banco y soy feliz como todos los días del año. Mi calendario me lo marco yo y no los centros comerciales. Mi vida me la arreglo o me la destrozo yo y no los iluminados que quieren adoctrinarnos.

Comienzo a andar. A mi paso se apagan las luces y se vuelan los abalorios que envuelven  a personas inocentes. Yo estoy desnudo, al natural y sin artificios. No existe nada que parezca otra cosa. Las palabras que fluyen se utilizan por alguna necesaria razón y no por algún absurdo fin. El ser humano se ha dado cuenta de que no es necesario ningún objeto para alcanzar la plenitud. Se ha tardado pero se ha comenzado a vivir la vida de verdad, y por este motivo, miro a mi alrededor, y salto gritando, ¡viva el carnaval!